sábado, 10 de febrero de 2018

Compromiso colombiano con la Humanidad - Un escrito de Claudia de la Espriella- 1993


 
Castillo de San Felipe de Barajas- Cartagena, Colombia
 
Compromiso colombiano con la Humanidad

Por Claudia de la Espriella.

 Colombia está  siempre presente ante los ojos del mundo, ha dejado de ser un país  tercermundista para convertirse en el símbolo de la violencia y del caos. Por eso, todo lo que produce este país en materia de valores intelectuales y culturales no deja de parecer insólito  y siempre es rigurosamente observado por la opinión mundial.

En este orden de ideas, Cartagena está siendo mirada con el mayor detenimiento por la UNESCO.  Así las cosas la reunión que llevará a cabo este organismo internacional el próximo  diciembre, no debe ser tomada como una visita de cortesía ni como un descanso pre navideño.

Es el deseo común , que esta oportunidad que ahora ofrece la UNESCO, sea propicia para llevar a cabo los objetivos deseados por propios y extraños.

Si se tiene en cuenta la definición que trae el diccionario de la palabra patrimonio – bienes dejados por los padres, herencia, heredad-, es fácil  entonces deducir que Cartagena no pertenece exclusivamente a los colombianos, sino que por el contrario, son los cartageneros los administradores y albaceas de un valor histórico cuyo buen cuidado también  interesa a todos los demás herederos.

Así como los colombianos se preocupan por los destinos de las ruinas mayas y las pirámides  de Egipto; el resto de los pobladores de la tierra tienen derecho de tomar cuenta por la adecuada conservación  del bien encomendado para su conservación.

Cartagena y todos los habitantes de esta ciudad se encuentran en la obligación  moral  y política  con la humanidad de preservar de manera pulcra, digna y profundamente honrada, el bien encomendado.

El compromiso, entonces, es un arma poderosa para dignificar la imagen de Colombia en el exterior. Motivo suficiente para que sea asumido con toda seriedad, pues su mal manejo les otorgaría a los colombianos, especialmente a los cartageneros, el título  de pésimos administradores del Patrimonio de la Humanidad.

El deber cívico y ciudadano de los cartageneros es el de convertirse en guardianes de ese legado y otorgar con ahínco  soluciones a todas y cada una de las dificultades del entorno cartagenero: Sus deficiencias de alcantarillado, la descomposición  social que ha sufrido en los últimos  años, programas de salud, la falta de una política  cultural, el deterioro ambiental, la perdida de la identidad, etc.

Estos problemas, junto con sus respectivas soluciones, deben ser presentados durante la próxima reunión  de la UNESCO, no buscando su mirada generosa, en pos de una protección paternalista, sino por el contrario, manifestando una conciencia ciudadana definida, en torno a la claridad política  y administrativa en lo concerniente al legado histórico y recordando que no corresponde a los críticos del extranjero aportar toda la iniciativa en el momento de dar soluciones.

 

Cartagena, 13 de marzo de 1993.