domingo, 3 de noviembre de 2019

¿ Cambios reales u oportunismo político?





¿Cambios reales u oportunismo político?

Por Claudia de la Espriella

 

En esta última semana, pasadas las elecciones, he  estado pensando sobre las características reales de  muchos de los nuevos políticos que  dirigirán las alcaldías de las ciudades capitales y gobernaciones. No todos los  que no provienen de los partidos tradicionales colombianos y se dicen a sí mismos “independientes” me generan la confianza que  deberían. En ese grupo variopinto  he detectado signos de una corrupción muy bien ocultada.  Juegan el juego que quieren oír los electores cansados de nuestros politiqueros tan perversos como ineptos. No se les conoce su capacidad de hacer reformas sustanciales en las regiones del país que piensan transformar.

Colombia es una nación sumida en la pobreza y acompañada siempre de la violencia.  De lo que realmente se trata es de luchar unidos para hacer algo positivo no es labor de un día ni de dos y no basta con mandar a unos cuantos a la cárcel. Es saber que nuestro país necesita de muchas personas comprometidas con construir una sociedad diferente. Por eso, hay que ser muy críticos frente a lo que se avecina. Es obvio que el cansancio sobre el desgobierno de los que han  detentado el poder iba a hacer que los colombianos de todas las condiciones  buscaran con ansias un cambio. Así las cosas, cualquiera que hablara de acabar con los viejos vicios iba a llamar la atención. Montarse en ese tren de la independencia  ideológica, es por lo tanto, la manera  más fácil de llegar al electorado. Y esos hicieron algunos muy astutamente. Lo cual no quiere decir, en varios casos, que ellos  no estén dispuestos a permitir la corrupción desenfrenada.

Por eso es claro que algunos  de los que se limitaron  a hablar en contra de la corrupción pero no plantearon  ningún tipo de solución, no sólo contra la mencionada  corrupción sino cómo van a afrontar problemas tan graves, como la baja calidad y cubrimiento de la educación pública, subir la calidad de la salud pública, problemas del desempleo, de la violencia, de la movilidad que existen en toda Colombia seguramente se quedaran sin hacer nada significativo. No hacer nada al respecto también es una forma encubierta de ser corruptos, muy corruptos. El compromiso real con este país es mejorar la calidad de vida de sus habitantes y sólo el tiempo  nos dirá quiénes son líderes verdaderamente comprometidos con hacer una mejor nación y quienes  sólo usaron  un disfraz muy bien logrado. La prudencia es la que debe primar en los buenos  ciudadanos.