¿Cambios reales u oportunismo político?
Por Claudia de la Espriella
En esta
última semana, pasadas las elecciones, he
estado pensando sobre las características reales de muchos de los nuevos políticos que dirigirán las alcaldías de las ciudades
capitales y gobernaciones. No todos los
que no provienen de los partidos tradicionales colombianos y se dicen a
sí mismos “independientes” me generan la confianza que deberían. En ese grupo variopinto he detectado signos de una corrupción muy
bien ocultada. Juegan el juego que
quieren oír los electores cansados de nuestros politiqueros tan perversos como
ineptos. No se les conoce su capacidad de hacer reformas sustanciales en las
regiones del país que piensan transformar.
Colombia
es una nación sumida en la pobreza y acompañada siempre de la violencia. De lo que realmente se trata es de luchar
unidos para hacer algo positivo no es labor de un día ni de dos y no basta con
mandar a unos cuantos a la cárcel. Es saber que nuestro país necesita de muchas
personas comprometidas con construir una sociedad diferente. Por eso, hay que
ser muy críticos frente a lo que se avecina. Es obvio que el cansancio sobre el
desgobierno de los que han detentado el
poder iba a hacer que los colombianos de todas las condiciones buscaran con ansias un cambio. Así las cosas,
cualquiera que hablara de acabar con los viejos vicios iba a llamar la atención.
Montarse en ese tren de la independencia ideológica, es por lo tanto, la manera más fácil de llegar al electorado. Y esos
hicieron algunos muy astutamente. Lo cual no quiere decir, en varios casos, que
ellos no estén dispuestos a permitir la
corrupción desenfrenada.
Por eso
es claro que algunos de los que se
limitaron a hablar en contra de la
corrupción pero no plantearon ningún
tipo de solución, no sólo contra la mencionada corrupción sino cómo van a afrontar problemas
tan graves, como la baja calidad y cubrimiento de la educación pública, subir
la calidad de la salud pública, problemas del desempleo, de la violencia, de la
movilidad que existen en toda Colombia seguramente se quedaran sin hacer nada
significativo. No hacer nada al respecto también es una forma encubierta de ser
corruptos, muy corruptos. El compromiso real con este país es mejorar la
calidad de vida de sus habitantes y sólo el tiempo nos dirá quiénes son líderes verdaderamente
comprometidos con hacer una mejor nación y quienes sólo usaron
un disfraz muy bien logrado. La prudencia es la que debe primar en los
buenos ciudadanos.