domingo, 4 de septiembre de 2016

El Acuerdo de paz y la Educación


 
 
El Acuerdo de Paz
la Educación en Colombia
por Claudia de la Espriella
Varias de las grandes deficiencias de la educación en Colombia se han puesto de manifiesto, de manera muy preocupante y dolorosa, en este proceso de acercamiento al Acuerdo de Paz. En primer lugar, sabemos bien que el futuro del país, de este territorio de nuestros afectos, donde todos, no unos pocos, hemos cifrado nuestro futuro, el de nuestros hijos y  de nuestros nietos el Plebiscito que se realizará el próximo 2 de octubre,  significa un cambio radical para el país. Salga triunfando el Si o lo haga el No, la Colombia que amanecerá al día siguiente no será la misma. De allí que votar a conciencia es indispensable. Recordar, por ejemplo, que el Frente Nacional sumió al país en una atmósfera de apatía política insoportable, que lejos de pacificar permitió que los partidos tradicionales  se repartieran al país, como si se tratara de una rifa, es algo que se debe considerar y se debe tratar que, en adelante, no se repita esa historia.
Igualmente es un hecho que tanto odio no se puede seguir incrementando en el país y que respirar profundo, sin que exista el olor de la pólvora , de la sangre, de los días nublados por las bombas, le hará mucho bien a Colombia y bien se sabe que ya es hora de aprender a dialogar, no a matarnos. De allí que pensar, amplia y detenidamente en el destino que se quiere implica un ejercicio de la mente que no se puede tomar a la ligera.
De allí que darse cuenta de las enormes falencias educativas  que existen en Colombia para que se vote a conciencia resultan muy, muy preocupante. Eso explica, en parte,  por ejemplo, el hecho de que según la encuesta del día de hoy en “EL ESPECTADOR”, el 43% declaran no haberse  leído el Acuerdo, el 26% dice habérselo leído parcialmente y el 15% afirma que no le interesa. Si bien, los que se lo han leído parcialmente, es posible que estén en el ejercicio de hacerlo con conciencia y detenidamente y por esto no hayan concluido, también cabe la posibilidad que lo hayan leído a saltos,  pasando por alto aspectos que, a juicio propio y sin mayor análisis, consideren que no valen la pena ser tenidos en cuenta.  Grave error que denota esa tendencia de los colombianos de hacer las cosas a la carrera, de cualquier modo y por salir del paso. Los que hemos estado en la docencia sabemos, muy bien, que este tipo de actitudes son frecuentes en las aulas, tanto de educación primaria y secundaria como el las de estudios superiores e incluso, en los niveles de maestrías y doctorados. Muy pocas veces se tiene la disciplina para ir a la profundidad de los asuntos, para investigar hasta el final, para detenerse en una lectura hasta que se le entienda plenamente. El resultado de dicha forma de asumir los compromisos es siempre deficiente y sin bases sólidas donde asentarse.
Ahora bien, empiezan a circular toda clase de cartillas, de dibujitos explicativos del Acuerdo, aduciendo que muchos de los colombianos no entienden bien lo que allí está consignado. Les recuerdo a todos los que promueven esa  mal llamada “ pedagogía”,  que los votantes son considerados, por la misma ley colombiana,  como seres adultos, pensantes, en pleno uso de sus facultades mentales y por lo tanto, están en capacidad de entender.  Es, por lo tanto, ofensivo considerar que muchos necesitan esas “ayuditas” para entender. No somos débiles mentales, señores. No es necesario recurrir a resúmenes ni a dibujitos tontos, como si estuvieran asistiendo al jardín de infantes. Es cierto que, debido precisamente, a las pésimas condiciones de la Educación en  el país, existen muchas personas que no han tenido un nivel de formación académica buena, pero basta con hacer grupos de lectura, entre amigos, vecinos,  líderes comunales, familiares  etc., para realizar en conjunto las lecturas y deducir entre todos de qué se trata, sin saltarse párrafos enteros, como sucede con la mayoría de los resúmenes. Discutir, dialogar, es un ejercicio intelectual que bien vale la pena poner en práctica, entre otras cosas, porque estamos queriendo construir un nuevo país, un país más incluyente y eso implica ir buscando que todos seamos ciudadanos de primera, bien informados y con opiniones propias. Es, precisamente, la educación en la lectura la forma más expedita y eficaz de comenzar con esa tarea. No hay que seguir con los facilismos, con eso de tomar las trochas y no de detenerse a pensar. Es indispensable leerse todo el Acuerdo, no a los brinquitos. Acá no estamos jugando a la rayuela, a la peregrina o a la golosa, como quiera que se llame ese juego en la región del país de donde el lector provenga. Estamos buscando cambiar de manera definitiva las malas prácticas políticas que han sumido a la sociedad en el atraso, la injusticia y la inequidad.  Este es el momento de ponerle seriedad al tema y la mencionada  seriedad se consigue únicamente haciendo las cosas con toda la responsabilidades que conlleva.
Un aspecto que también se manifiesta en el poco nivel educativo de los colombianos , es la poca  capacidad de comprensión de lectura que se tiene. Si bien el  lenguaje del Acuerdo no siempre es lo directo que podría ser y no se trata de un texto “divertido”, también es verdad que muchos tergiversan las palabras, en la mayoría de los casos, por deficiencias en la enseñanza del español y de sus giros idiomáticos. Esta situación  facilita que la gente mal intencionada diga que se habla de lo que no se está hablando. Por eso, urge que se reúnan a leerlo y así entre todos  tener mayor claridad.
Hay mucho que decir sobre el Acuerdo  y las deficiencias educativas.  Sin embargo, hay una muy preocupante y que concierne directamente a los que se encargaron de redactarlo, tanto por parte del gobierno como por parte de la FARC. Me refiero a la manía colombiana de hablar largo y tendido sobre todos los temas. Eso explica por  qué algo que se pudo haberse dicho en 60 0 70 páginas se extendió hasta 297. Los colombianos, no conocemos el valor de ser sintéticos. En muchas partes del mundo esta es una gran cualidad. Acá no. Para los colombianos eso es un gran defecto, hay que volver una y otra vez sobre lo mismo, decir lo que ya se ha dicho y volverlo a repetirlo hasta el cansancio. No existe la capacidad de ser directos cuando se expresa un pensamiento, los circunloquios son  frecuentes y además, muchas veces admirados por nuestros compatriotas. Reflexionar sobre estos defectos tan nuestros y tan preocupantes servirán para construir un mejor país. Ojalá así sea.

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