domingo, 5 de marzo de 2017

Carlos Villalba Bustillo - Malecón.

 
 
 
 
Malecón
 
Carlos Villalba Bustillo
 
Como respuesta al despliegue que el diario El Tiempo dio a la crónica de Carlos Caballero Argáez sobre los contrastes sociales vergonzosos que presenta la Cartagena mimada por el turismo internacional, el presidente Santos anunció el traslado de la Base Naval, un megaproyecto de renovación urbana en los terrenos que ocupa con un muelle para cruceros y la construcción de un nuevo aeropuerto en Bayunca.
 
El anuncio no suscitó mucho entusiasmo porque se habló de convenios a largo plazo que requieren estudios, anteproyectos, proyectos y financiación, y su eventual desarrollo plantea dudas sobre lo que se pretende con el uso de las hectáreas que dejaría la Armada tan pronto esté listo el paquete que se nos pinta como transformador de nuestra topografía.
 
Canal Cartagena entrevistó a mucha gente en su emisión del viernes por la noche y casi todos los entrevistados, con una o dos excepciones, prefieren que allí se construya un parque y no doscientos esperpentos de treinta pisos o más, cuya aglomeración generaría caos y complicaciones a la necesidad de una mejor conectividad del centro histórico con la zona turística moderna.
 
El señor presidente se anticipó a decir que ojalá no obstruyamos aquí un proyecto que él había concebido desde cuando fue ministro de Defensa, pues “es muy difícil poner de acuerdo a los cartageneros”. Con su perdón, él y el expresidente Uribe no son de Cartagena y van a completar siete años peleando y jugando con la suerte del país. De manera que si lo que busca es que nuestras autoridades y nuestro pueblo se traguen su plan sin beneficio de inventario, se equivoca una vez más.
 
El medio ambiente de Cartagena es un reto insoslayable. Los disparates que se han cometido con su equilibrio lo están dejando sin oxígeno. Desaprovechar la oportunidad de hacerle una concesión en un punto neurálgico para resarcirlo, constituiría una prueba para la independencia del alcalde y el Concejo locales, que tienen voz y capacidad decisoria si no las cohibe el miedo al centralismo o las arroba un halago tentador. Para entonces… Ave María Purísima.
 
La engolosinada que tenemos con las cifras de visitantes nacionales y extranjeros no es garantía de que la curva ascendente de nuestro turismo se sostenga, en caso de que errores y omisiones que continúen dañando nuestra ecología nos desaconsejen como destino preferente en el Caribe. No veo tan claro el hito que el doctor Vargas Lleras avizora desde antes que las exploraciones hablen.
 
Ojo, Cartagena, porque ignoramos qué clase de intereses y conveniencias medran tras “el megaproyecto de renovación urbana”. Los pulpos no se llenan. Son insaciables. Ya hubo una portomarine en la punta del área, y es probable que un banquero doblado de constructores aspire a otra chirlatica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario