El MAMC tiene alma : Yolanda de Mogollón
Claudia de la Espriella
Cartagena y la pintura son un
todo. Esta ciudad es un cuadro viviente. Huele a acuarela, brilla como óleo, su
bahía es un homenaje constante a los colores mutantes del Impresionismo. Es por
eso que muchos artistas colombianos y extranjeros tienen ensoñaciones frente a
la muralla. De allí que el Museo de Arte Moderno sea parte fundamental de la epidermis histórica de la ciudad. Enclavado entre la
iglesia del santo y el pulmón de gobierno local es un sitio donde la
imaginación recrea el quehacer cultural de las ultimas décadas artísticas
colombianas y principalmente del vital Caribe.
Una señora rubia, menuda, vestida
con discreta elegancia, sonriente y siempre ecuánime hace su entrada al MAM. Es
Yolanda Pupo de Mogollón: El alma del Museo acaba de llegar y se detiene a
saludar propios y extraños. No se cansa de luchar. Durante muchas décadas ha estado al
frente de uno de los hitos arquitectónicos y culturales de la capital de
Bolívar. No se amilana ante las dificultades. Siempre se las ingenia
para inyectarle futuro a un lugar que es casi atemporal. La lucha no ha sido
fácil pero si satisfactoria por los
numerosos obstáculos superados. Son más
las veces que le niegan apoyo o que se lo dilatan que aquellas en que se abren
las manos generosas. Aún así Yolanda
sonríe, sigue su camino y no decae. Alguna otra batalla tiene que emprender.
El museo no se detiene jamás. Todo lo
que constituye la cultura cartagenera toca las entrañas de este sitio adosado
en la muralla: El Festival de Cine, el Hay Festival, las tertulias sobre los
más reconocidos artistas ligados al quehacer de la ciudad y el país, la difusión de la música culta, las
propuestas sobre el destino cultural de nuestro terruño y otras iniciativas,
tanto privadas como pública, se dan cita en sus muros centenarios . Casi es
imposible imaginar cómo ella lo logra. Bien se sabe que los recursos son
exiguos y el apoyo financiero llega a cuentagotas el MAM todo parece suceder
por obra y gracia de la inconmensurable fe que Yolanda tiene en que sus esfuerzos darán fruto.
Los diversos gobiernos de turno,
locales y nacionales, suponen que la cultura se reduce a ofrecer cócteles y
tomarse fotos con los visitantes más o menos reconocidos que llegan a la
ciudad. Se olvidan que se requiere apuntalar un proceso intelectual, creativo,
humano y de valoración profunda de nuestra identidad para poder sostener un
espacio cultural como el Museo de Arte Moderno de Cartagena. Está claro que su sostenibilidad no se nutre
únicamente de quimeras y utopías. En Colombia, donde se lucha por solidificar
la Paz, se hace necesario recorrer el sendero del pensamiento inteligente y de
todas las expresiones del espíritu para
realmente comenzar un país serio donde la sociedad entienda qué es lo
trascendente y qué es lo banal.
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