Entre sábanas blancas
Entre sábanas blancas
se han ido nuestras horas,
un café, un cigarro,
interrumpen un beso.
El amor se ha vestido
con tal magnificencia
que brillan tus pupilas
cual diamantes eternos.
Y visité rincones
que revelan, sin miedos,
los más antiguos ritos
para adorar el fuego.
Con tu mano sagrada
he explorado senderos
donde se oyen los cantos
de bravías sirenas.
Mariposas doradas
se anidan en mis pechos
y un clavel de mil pétalos
se vuelven mis mejillas
ardientes de deseos.
Te has quedado dormido,
mi valiente guerrero,
y mi boca te toca
para velar tu sueño.
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