domingo, 27 de agosto de 2017

La Palabra Encadenada - Ramiro de la Espriella



Este artículo de mi padre Ramiro de la Espriella sigue vigente a pesar de hacer sido escrito en 1999
 
 
 
Ramiro de la Espriella

La Palabra Encadenada

 

Duele Colombia, y mucho más que la España invertebrada de los tiempos de Ortega y Gasset y Don Miguel de Unamuno. Y duele intensamente por razones políticas, por la ausencia de poder , por el desorden y, más acá por el aniquilamiento del ejercicio democrático.

Estamos frente a una persistencia de quebrantos que viene de atrás, de mucho más atrás, desde cuando se instaurara el Frente Nacional como sociedad por acciones del testaferrato de los dos viejos y tradicionales partidos.

De allí en adelante todo se trastocó y a la ausencia comunitaria de las decisiones políticas que le atañen directamente vino a agregar el fortalecimiento de los oligopolios económicos, ya estimulados por dos gobiernos liberales : los del presidente López Michelsen y Turbay y como consecuencia de su desmesurado crecimiento su conversión en el monopolio excluyente de la opinión pública.

Es así como hoy la palabra, libe expresión de las opiniones, se halla encadenada. La radio, la televisión, la prensa escrita, encadenados todos esos medios por esos mismos grupos oligopólicos, que concentran en sí mismos la tiranía de la información, transformada en alharaca publicitaria al servicio de los intereses personales, y, así mismo, la interpretación de as noticias de acuerdo con la cauda publicitaria emergentes que la condicionan a su amaño. Fuera de ese círculo cerrado apenas sí bordean los estrados del interés público la tendencia amarillenta de supervisión artificial que aparece y desaparece semanalmente en las revistas gráficas.

El desperdicio que de allí se deriva ha venido haciendo de nuestros medios una nueva fuente del enriquecimiento oligopólico que detenta su poder, ahora erigido en un determinante y voraz poder político que mantiene en confinamiento ruinoso a la inmensa mayoría de los colombianos, alterando aún más el orden social. Pero nadie se ha atrevido a decir que esa situación es factor concluyente de la profunda explosión del desorden público nacional. 

Donde no existe una plena libertad de expresión , o no se puede ejercer, confinada por el encadenamiento de la palabra, es más que imposible que pueda existir el equilibrio sustancial que hace de la controversia de las ideas la razón del sistema democrático.

Es claro, así, que no existe la libertad de expresión, conculcada por los grandes grupos económicos que la han aherrojado. Se trata de una serie de producción en suerte de producción en serie, que lo mismo renta al capital invertido en su compra que limita el ejercicio del poder político del Estado a una nueva maestría de silenciamiento colectivo de la opinión pública.

La palabra encadenada es una nueva fuente de producción que contribuye al desbordado crecimiento de los oligopolios, tal como está previsto en el caso de los envases, o del transporte o de las agencias de distribución , o la compra venta de insumos y las  materias primas. Un nuevo aporte negociable que rinde poder político al servicio de las empresas.

De allí que nuestros medios de información ya no opinen, sino publiciten, conforme ahora se dice. Y que la imagen haya reemplazado el libre juego de las ideas. Para el caso no importe al lado de qué o de quién , lo mismo da Tirofijo ahora en estado de gracia santificante que con el criminal que la OEA ha puesto en manos del director de la Policía…

La palabra encadenada o sea el servil encadenamiento de la democracia en holocausto al poder económico.

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario