Minutos
Mis ojos y tus ojos han guardado
cada gesto de amor en nuestras manos.
Mi beso en tu mejilla ha dibujado
un corazón tan tuyo como el
sonido
estremecido de la lluvia que
levemente
recorre la ventana.
Es tibia nuestra alcoba,
escondiendo,
en penumbras, los sagrados
secretos
del canto de las aves narrando
sus amores
en lejanos lugares donde todos
los dioses
lloraron sus desvelos por jóvenes amantes.
Tejo mis trenzas de hace años y
veo
venir, sin prisas, ese primer
abrazo,
que nos dimos jugando en la playa
y el rubor de las olas, cuando
por vez primera
tu cuerpo recorrió cada sendero
hasta llegar a mi alma…
Y fueron los minutos, en su danza
de antaño,
viajeros del deseo de ser
eternizados...
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