Penélope
Te vi partir y despedirte
con tus ojos de brillo de verano.
Me quede en el puerto…
leyendo… despacio…despacio…
tus palabras escritas para volar contigo
más allá de las fronteras de tus
viajes.
en las tardes frías de una ciudad
lejana,
entre melancolías y punzantes
dolores
que fustigan tus dudas incesantes.
más allá de los límites de tus umbrales,
recorriste senderos de agonía
donde sangraron tus pies cansados.
fueron el silencio de tu llanto,
esas palabras escondidas bajo la
lluvia
de las injurias y seducciones
falaces.
de las guerras sin victorias que libraste:
sueños que no fueron sueños,
temblores ansiosos de una noche
febril,
sacudiendo la vida, deteniendo el
aliento
para verter los días inconclusos
perdidos en las sombras de los
años.
que ha dejado tu piel sobre la
almohada:
un libro de poemas abierto en
cualquier parte
porque todo es sublime y todo es
trágico.
me miro en el espejo y te
descubro
hecho de sombras y de horas
calladas,
cubierto con mis besos y mis abrazos
abriendo las compuertas de tu
alma.
se ven difusas tus pisadas,
detrás de cada signo hay un rito:
el café bien cargado, el agua
tibia
cayendo en la cara, un perfume de
rosas
tímidamente saliendo de mi falda.
Me apresuro: abro la puerta y cierro las ventanas.
Suena el timbre: entras apresurado
me besas con deleite, como bendiciendo
el borde de mis labios, tus ojos
se detienen
y me dicen que me amas. Acaricias mi frente,
y muy quedo me dices:
“La vida no se teje en un
instante”.
Buenaa, amiga Clau, me encantan los finales inesperados y que asombran.
ResponderEliminarGracias, Marcel. Tu comentarios siempre son oportunos.
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