Coherencia
Por Claudia de la
Espriella.
Un buen político, algo que muchos
creen que no existe, debe ser muy coherente entre lo que piensa y expresa en
las plazas públicas y lo que hace en el ejercicio del poder.
El politiquero, en cambio, dice
lo que los demás quieren escuchar y procede según su capricho y ambición. La
confianza ciudadana se resquebraja cuando se notan evidentes contradicciones en
este aspecto. Infortunadamente es mucho más frecuente que aparezca el
politiquero que el político y desconozco el motivo por el cual los colombianos
reaccionamos tan tímidamente frente a tan nefastos personajillos. Solemos
quejarnos, si, pero el rechazo social que ejercen nuestros compatriotas es muy
débil y poco determinante frente a estos mentirosos compulsivos que tanto
abundan en nuestro país y finalmente no suele darse ningún cambio.
Con algo más de un mes de haberse
posesionado, el presidente Duque ha mostrado de qué está hecho en verdad. Su
falta de compromiso con la palabra empeñada se puso de manifiesto cuando un
miembro de su gabinete fue cuestionado. Días antes el primer mandatario había hablado,
con vehemencia, de emprender su lucha contra la corrupción y dijo que iba a
dedicar sus mejores esfuerzos a combatir este flagelo. Sin embargo, a pesar de
esas proclamas, en el caso Carrasquilla salió de inmediato a asegurar que el
ministro era inocente, convirtiéndose así en juez de una causa, de la que no
conocía antecedentes ni testimonios o pruebas para afirmar tan contundentemente
tal cosa. Curioso proceder de alguien
que es abogado y que debería saber que le corresponde a la justicia asegurarlo,
no a él. La falta de coherencia es indudable. Tanto que asusta darse cuenta que
con tan poco tiempo de ejercicio del poder, haya dejado de lado el discurso
para mostrar la realidad de su personalidad poco seria y propensa a actuar a la
ligera. Es claro que su discurso no es acorde con lo que hasta hacía poco
tiempo proclamaba como un propósito fundamental en su mandato. Lo indicado
hubiera sido afirmar, por ejemplo, que dejaría actuar a la justicia y que aceptaría
el veredicto pues todos sus funcionarios
deben demostrar tener una hoja de vida
impoluta .
Ahora pasemos a los hechos. El
agua es un derecho fundamental que tiene la humanidad. Es necesaria para la
vida, indispensable para todos nosotros. Lucrarse indebidamente con ella es un
crimen imperdonable y más aún cuando se esquilma a municipios que viven en las
condiciones más adversas. Así las cosas, es inadmisible que una persona que supuestamente
se aprovechó de sus contactos políticos y que en un abuso de sus influencias, utilizó esas condiciones, no para el beneficio de la
sociedad, sino para enriquecerse de manera desmesurada sea quien administre los
dineros del Estado colombiano. Sin embargo, al presidente este asunto le parece
nimio y lo sigue manteniendo en el cargo. Olvidando, que el funcionario debe
ser digno y hacerse a un lado para dejar que la justicia actúe sin ninguna
presión indebida del gobierno. Aún así; no se puede exonerar de responsabilidad
al presidente actual. Si el ministro de Hacienda no daba un paso al costado, él
debió retirarlo del cargo. No es conveniente para el país que esos
cuestionamientos subsistan y queden todos estos acontecimientos en una especie
de nebulosa que los oculta de la mirada de los ciudadanos.
Para complicar aún más lo que ha
venido sucediendo, el senador Macías, del mismo partido mandatario; y quien en
la tarde del pasado 7 de agosto, pronunció un discurso impropio para la
ocasión, donde señaló toda clase de actos
de corrupción del anterior gobierno, resuelve archivar la moción de censura al
ministro Carrasquilla, sin presentar
razones de peso para ello. Evidentemente cae en una franca contradicción con
sus palabras. De nuevo lo dicho apunta a una determinada dirección y los hechos
se mueven en sentido contrario.
Un país que realmente busca
acabar con la corrupción a todos los niveles debe exigirle al gobierno
severidad y buen ejemplo. Lo que se está
notando es que se habla mucho de moralidad pública pero se procede de manera
muy tibia cuando los cuestionamientos hacen referencia a los altos dignatarios
del actual gobierno. Debemos , como ciudadanos
realmente manifestarnos disgustados por tantas actuaciones poco claras y lo que es peor por no dar explicaciones que son tanto
necesarias como sanas.
Cartagena, Octubre de
2018.