viernes, 11 de marzo de 2016

Vida de Gatos - Jolie Lafayette


 

 
Vida   de   gatos

Jolie


Cuando llegó Jolie una gran tristeza me abrumaba. La dulce y tímida Catalina se había ido al cielo de los gatos. Eran días difíciles para mí y Sofi. Durante cerca de catorce años habíamos compartido el día a día, nos fuimos a vivir a Barranquilla, volvimos a Bogotá, vimos como se apagaba la vida de mi madre y finalmente llegamos a un amable apartamento que tenía enfrente un agradable parque y unos árboles con multitud de pájaros. Ellas dos pasaban, por lo tanto, muchas horas frente a la ventana, soñando con viajes a miles de lugares y recorriendo el techo para cazar mariposas, jugar con las hojas y reunirse con varios amigos del vecindario. Allí había una especie de club social de gatos: la vecina, Chispita, la invitada a almorzar, Pepita Lunar, el intrépido Negro, El Mono y unos siamesitos que venían de vez en cuando, pero cuando lo hacían se demoraban un rato bien largo. Para mí, esas visitas constantes eran un motivo de alegría y de gran diversión diaria. Por eso, cuando la Cata partió, de madrugada , el dolor era profundo y no me daba tregua. Fuimos con mi papá a enterrarla a un cementerio cerca a Guasca y allí, el pediatra de ellas,  que las ha tratado por muchos años, Pacho, me comentó que había la posibilidad de que otra gatita me adoptara.

A los pocos días llegó Jolie. Jolie Lafayette, fue bautizada. Estábamos elaborando una revista sobre Francia  y queríamos que ella nos trajera la buena suerte que necesitábamos y que nos contagiara su alegría, entusiasmo y energía positiva.

Antes de llegar a mi casa, la vida de Jolie no había sido tan grata. Tuvo que vivir a la intemperie, en un parque. No era por lo tanto, una gatita cuidada, pero si era cariñosa y por una extraña razón, a pesar de las dificultades, era y es una gatita muy juguetona y sociable. Entendió pronto que tenía una familia y se ganó el cariño de todos, menos de la celosa Sofía, que siempre ha sido la más mandona de la casa. Pero a Jolie parece que no le interesa lo que Sofía piensa y siempre se sale con la suya.

Para que aprendiera rápido su nombre me inventé una cancioncita que le cantaba varias veces en el día: “ Jolie es bonita, bonita en francés, Jolie la gatita que se hace querer”. Me miraba con sus inmensos ojos, ojos de gato como Cleopatra  y parecía que pensaba: “Quién será esta loca que me canta?”. Muy rápido aprendió que era con ella y se quedaba a mi lado escuchando y pensando…Creo que pensaba en su suerte. Para entonces ya había ganado peso  y su pelo comenzaba a brillarle. Corría con alegría por toda la casa y no perdía la costumbre de querer cazar a toda hora , por lo que buscaba  estar siempre en el tejado. Me dada un poco de miedo, pues como  no había sido una  gata de casa, sino callejera, temía que extrañara su vida al aire libre…Parecía, por momentos, que añoraba la libertad del parque pero también deseaba mucho el calor de una cama mullida y la comida abundante. Además es muy sociable y siempre quiere estar en compañía de alguien. Jolie es una gatita que ama la vida y quiere disfrutarla y sabe, porque es mu inteligente, que nunca más será una gata perseguida en la calle…

2 comentarios:

  1. Muy emotivo relato, admiro la suerte de Jolie.

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  2. Mil gracias por el comentario. En realidad yo creo que la llegada de Jolie a mi casa ha sido un bálsamo que le ha dado mucha alegría a mi vida y que hablar con emotividad de ella es fácil, gracias a lo que ella representa como ejemplo de alegría constante.

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