Quiero escribir una serie de recuerdos de mis navidades en mi infancia. Espero que los disfruten y les traigan también recuerdos de la infancia
Carta al Niño Dios
Recuerdos de Infancia
Se acerca la Navidad y todos volvemos a la infancia.
Recordamos los momentos felices vividos y toda lo que , con tanta ilusión e
inocencia, esperábamos.
Todo comenzaba con la carta al Niño Dios. Había que
escribirla al principio de diciembre, pues mi madre decía que así había tiempo
para que el Niño Dios pudiera comprar y organizar los regalos. Debía esforzarme
en hace buena letra y no decir mentiras en la carta, porque podía ser
castigada. Luego empezaba a esmerarme. Tan pronto la tenía redactada, mi mamá
me pedía que se la mostrara. Me decía que “ dada pena” con el Niño Dios, que
fuera con mala ortografía, sin signos de puntuación y mal redactada. Ella la
corregía y luego comenzaba a negociar. “Mejor una muñeca colombiana que una
Barbie. Las Barbies no se parecen a las
niñas de nuestro país. No es necesario que tenga tantos vestidos, porque va al
colegio y allá lleva uniforme, mejor que sea colombiana para que te entienda lo
que hablas, tú todavía no sabes hablar
bien inglés y entonces no pueden comunicarse”…Seguía y seguía hasta que lograba
convencerme de sus argumentos y mi carta, antes muy larga, quedaba reducida a
unas pocas líneas. Ella se sentía tranquila y decía que debíamos ira al correo
a poner la carta. Me arreglaba y salíamos a mirar las vitrinas y para seguir con el ritual de convencerme y “aconsejarme”.
“ Esa muñeca es muy grande, no podrás
meterla en tu cama”, aquella se parecía a la vecina que era tan
antipática, y así hasta que llegábamos a la que ellos podían regalarme. Luego los
vestidos que eran regalos obligados, algún adorno para el cabello, unos libros
de colorear y pare de contar… Yo regresaba a la casa muy ilusionada. Y
esperaba. No me atrevía casi ni a abrir la boca no fuera a ser que mis padres
me regañaran y perdiera los regalos. Como era única hija, la ilusión del Niño
Dios me duró muchos más años que a mis compañeros de infancia.
La noche de Navidad, era de gran ansiedad y de querer dormirme tarde. Pero no. Tenía que
irme a la cama temprano para que el llegarán los regalos.
Al despertar encontraba los regalos esperados y era feliz
como nadie. En la misa de Navidad iba con mi nueva muñeca para que el sacerdote
la bendijera y no le pasara nada. Jugaba todo el día hasta cansarme.
Días de alegrías sin fin, de ansiedad frente a
los regalos y más que todo llenos de inocencia que nunca más tendremos en las
manos.
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