Sofía durmiendo
Cuando Sofía llegó a la casa no pasaba de los tres meses. Era muy activa, curiosa, llena de ideas disparatadas y muy cariñosa. Han pasado 15 años desde esos días y Sofía se ha convertido en una verdadera reina. Con la edad, ella ha ganado privilegios. Ahora ella es la que manda y dice qué se puede hacer y qué no. Regaña a diestra y siniestra. Si me demoro, me recibe con una andanada de reproches. Todos los días es obligatorio el desayuno con una almojábana bien caliente. De no hacerlo se retira furiosa de la mesa y dura haciendo mala cara por lo menos medio día. Ella sabe que tiene muchos privilegios y, por eso, se esmera en imponer reglas. Mira con ojos de reproche y luego alza la cola y sale del sitio mascullando reproches y va a dormir bien arropada en una sitio donde nadie la vea.
Sin embargo, Sofía, Sofi, es una gatita muy tierna. Cuando trabajo se sienta a mi lado y allí me ve escribir por horas. No se mueve y mira el teclado y luego, la veo sorprenderse con la magia de las palabras que salen en la pantalla y que ella, estoy segura, lee y aprueba o desaprueba.
Sofía es muy compañera, guardiana de la casa y, más que todo una sabia consejera.
Muy chistoso lo de la almojabana.
ResponderEliminarSi vieras como tuerce la boca, si no la complacen, te morirías de la risa.
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