Como en un juego de espejos
Como en un juego de espejos
volvemos a encontrarnos:
entre luces diluidas,
entre fuentes de agua,
detrás de las penumbras
de celosías doradas.
Las sombras entre sombras
pueblan nuestras entrañas,
y crecientes
deseos
reviven libertades,
son las
horas danzantes
con túnicas aladas
y pequeños jilgueros
que remontan montañas.
Las nubes hechas lunas
ocultan los fantasmas
y sonríen las rosas
que acarician los
labios.
En círculos concéntricos
caminan las palabras,
se mezclan con los viajes,
reviven los abrazos.
Pacientes
confidentes
escuchan nimiedades,
y con voz de alegría
caminan por la calle.
Una suave llovizna
empapa nuestras manos,
revive los senderos
de cuerpos anhelantes,
sin premuras traspasa
los cristales del
alma,
se mezclan con
la brisa
y humedece oquedades.
Una bruma minúscula
se esconde entre las sábanas,
auroras y crepúsculos
son instantes sagrados,
son sublimes castillos
de luces centenarias .
Aves multicolores
vuelan en espirales,
sus alas desplegadas
llevan nuestros mensajes:
hablan de nuestros
cuerpos
fundiendo
eternidades,
mencionan los
sonidos
de tus besos más cálidos,
los “te quiero” callados
con
los ojos cerrados,
las pequeñas canciones
de
tardes de verano,
y lejanos
aromas
de vinos afrutados,
y los dedos retozan
en las grutas del aire.
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