Paraísos Encantados
Si la luna llegara a mis manos
el aire tendría sabor flores encantadas
sabor de caminos, olor de frutas respirando el verano,
agua de manantial mojándome los labios.
Si el azul de los
árboles se filtrara en mi mirada,
sería luciérnaga brillando más allá de la distancia.
Si el vuelo de las mariposas poblara mis palabras,
todas las poesías
inundarían los sonidos de la tarde.
Si el color de los arreboles fuera alegría
bailarían los rosales
en pérgolas sagradas.
Si la lluvia de los días llegara presurosa
haría reverdecer tréboles
de esperanza.
Si fueran primaveras las madrugadas
pronto los silbos de los campos
se harían jolgorios de enamorados.
Y luego los silencios,
los laberintos de la noche,
los dulces latidos de las montañas,
las lejanas nubes vistiéndose de blanco,
los pasos minuciosos de los ancianos sabios,
las gotas de la vida hechas milagros,
las huellas escondidas en los viejos zapatos,
la miel de los besos
milenarios , los cristales de eternidades,
los infantiles gestos asombrados, el parto de luceros,
las alas de olvido alejándose, todos los sueños
y todas las tempestades han llegado sin prisas
para poblar las horas, las eternas horas
bordadas de nostalgias, de añoranzas
de silentes recuerdos de nuestros paraísos encantados.
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