El Alma del
Vino
Gota a gota
el vino se hace fiesta:
se hace vida,
se vuelca en alegría,
tertulia eterna,
lúdico canto,
resplandor de
menudas palabras,
fulgente reflejo de letras añoradas.
Huele a recuerdos
de tarde de poemas
y
al corazón de lunas expectantes,
al
tibio aroma de perpetuos cariños
añejados con el paso de los años.
Con brillos de rubíes
liban las copas,
para besar los días
de lejana bohemia
y risas desbordadas.
Sueña el perfume,
de sabores silvestres,
de esquivas mariposas,
desplegando sus alas
encantadas,
mientras los pasos tenues de mis días
se hacen brisas reflejando celosías de nostalgias.
En jolgorios gitanos
repican castañuelas,
el festín de los dioses
enciende las miradas,
se beben con Dionisio
los incrédulos relatos de los náufragos.
Los sorbos de la vida revelan
secretos infinitos de los sabios.
Navegan los deseos,
y cuerpos calurosos,
desnudan la mañana,
los labios entreabiertos,
son salvajes sonidos
que al instante supremo
son ávidos amantes.
Gota a gota
la vida se hace vino,
se hace boda sagrada,
pagana algarabía
legendario ritual
de concurrida mesa
con viejos conocidos
y recientes hermanos.
Con bengalas de risa
despunta la mañana,
despide los viajeros,
saludan emociones,
cantan dulces instantes
y anhelados encuentros
se dejan olvidados.
Sonríen primaveras
se acicalan inviernos,
se perpetúan veranos
y, sin más, se
pueblan los otoños
de arreboles
de frutas
danzando
en la vendimia,
de las horas maduras
que
brinda la sapiencia de los años.
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