La Palabra
La palabra llega para quedarse
está hecha de ilusiones y también
de desengaños,
hecha de lunas cantadas al pie de
la ventana,
de celosías de sombras para
nutrir el alma.
La palabra crece para expandir la mirada,
es la voz de un bebé que saluda a su madre,
reclinado su rostro en su
cálido seno redondeado.
La palabra es viajera incursionando
en los recodos de los acantilados,
en los pequeños cantos de los
árboles,
en las plegarias azules de los
manantiales…
La palabra es flor que se deshoja
en manos vírgenes y balbuceantes.
Es secreto escondido en las
almohadas ,
detrás de pensamientos desnudados.
Sutil palabra de olor de yerbabuena,
reflejo de lirios más allá de las
tierras
baldías de los despojados.
Las lágrimas del día y de la
noche
adquieren alas
para las palabras,
se funden con el río de la vida
y siembran de esperanza la
enramada.
Oculta, tras las horas de
preguntas,
va saliendo sin prisas la
palabra,
camina con pies valientes por el
campo,
se nutre en las alturas, se
recrea en los valles,
se hace baño de espuma marinera ,
hogar de peregrinos
y viento fresco rozando las
mejillas sonrosadas.
Una tarde de luz despliega sus colores
y
luego, cualquier día, sin más ni
más,
la palabra guerrea con la muerte,
y se torna en victoria perpetuada.
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