viernes, 26 de febrero de 2016

Los Mártires de Cartagena - En estos días


 
 
 
 
 
Noli   Mi    Tangere



 
Los   Mártires   de   Cartagena

 

En estos días se han estado conmemorando los doscientos años de los cruentos fusilamientos de los Mártires cartageneros que lucharon con tanto ahínco por darle un gobierno justo y autónomo a la ciudad de sus ancestros. Esos nobles luchadores sociales querían tener una sociedad más equitativa, que permitiera que los habitantes de estas tierras regularon y crearan leyes acordes con nuestras reales necesidades y no con las exigencias de la corona Española. La suya fue una lucha  que buscaba reivindicar a los cartageneros para que su vida fuera más digna, sin tener que pagarle pleitesía a nadie y, por supuesto, más democrática .Intentar romper los esquemas inequitativos de la monarquía absoluta, que regían a la metrópoli, era el principal objetivo que se entrelazaba con reivindicar nuestra propia idiosincrasia, preservar  una cultura que es el producto de un mestizaje  y cambiar estructuras de poder, donde unos pocos que, además vivían o procedían de una tierra extraña, usufructuaban las bondades de una tierra rica, en todos los aspectos, y del trabajo tenaz de unos pobladores que eran sometidos a un trato poco humano y lleno de dificultades. Fueron precisamente esas personas, las que construían una ciudad con sus manos, con sus mentes luchadoras, las que dieron el ejemplo al rebelarse contra un sistema impropio de gobierno. Se armaron con el valor que produce la razón y con toda la dignidad que acompaña a los que obran pensando en el verdadero bienestar de una sociedad y de todos los que la conforman, desafiaron a todos y en la Plaza de la Trinidad dieron los primeros pasos para consolidar una libertad real y absoluta. Una serie de acontecimientos, todos ellos revestidos de sangre, dolor y lágrimas se cirnieron sobre la ciudad amurallada, resistiendo, una vez en su historia de humillaciones, un sitio que dejó , según las mismas palabras de su verdugo, Don Pablo Murillo, un panorama de sufrimiento y desolación que llegó a horrorizarlo. Lo que sucedió luego confirmó que la maldad prima en la raza humana.

Años más tarde, la ciudad recibe el muy hermoso titulo de “La Heroica”, apelativo con que se le recuerda en todo el territorio colombiano.  Una palabra que hace mención al carácter bravío de sus habitantes, a su amor por la libertad y al sacrificio que estaban siempre dispuestos a hacer por su terruño. Por supuesto que nos sentimos muy honrados con esa noble designación y creemos que es más que merecido que así se le mencione en memoria de un grupo de ciudadanos que lucharon por sus ideales siempre  nobles y siempre ejemplo para todas  las generaciones  futuras de cartageneros.

Sin embargo, no se puede dejar de pensar en el destino de la ciudad dos siglos después y en lo poco que han respondido sus líderes actuales a ese llamado de la historia libertaria de nuestro país en las últimas décadas. Ese homenaje, que se le ha rendido a sus Mártires, no es sino un mero formalismo, en una especie de velada hipocresía, que carece de trascendencia para quienes desde hace muchos años se vienen vendiendo y hasta regalando a los caprichos de los foráneos.  Es una ciudad una y otra vez sitiada, amordazada, vejada, violada, atropellada y sus hijos se duermen en los recuerdos, cada vez más lejanos y vagos, de una gloria nacida de una dignidad inquebrantable. Es como si los ruidos de los fusiles que les dispararon a los héroes hubieran sido tan ensordecedores  que no pudieran entender las palabras de quienes gritan de hambre de justicia en los extramuros y en la ya malograda ciudad amurallada. Triste el destino de Cartagena al servicio de la codicia de algunos lugareños,  que conducen a su ciudad al olvido, a la intervención descarada del dinero en la corrupción y compra de conciencias que se olvidan muy fácilmente del patrimonio que deben resguardar  y que ya no sienten , ni de lejos, ese entrañable cariño que alguna vez se tuvo por los “zapatos viejos”.
 
 
Placa con los nombres de los Mártires

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