Noli Mi Tangere
Los Mártires de Cartagena
En estos días se han estado
conmemorando los doscientos años de los cruentos fusilamientos de los Mártires
cartageneros que lucharon con tanto ahínco por darle un gobierno justo y
autónomo a la ciudad de sus ancestros. Esos
nobles luchadores sociales querían tener una sociedad más equitativa, que
permitiera que los habitantes de estas tierras regularon y crearan leyes
acordes con nuestras reales necesidades y no con las exigencias de la corona
Española. La suya fue una lucha que
buscaba reivindicar a los cartageneros para que su vida fuera más digna, sin
tener que pagarle pleitesía a nadie y, por supuesto, más democrática .Intentar
romper los esquemas inequitativos de la monarquía absoluta, que regían a la
metrópoli, era el principal objetivo que se entrelazaba con reivindicar nuestra
propia idiosincrasia, preservar una
cultura que es el producto de un mestizaje y cambiar estructuras de poder, donde unos
pocos que, además vivían o procedían de una tierra extraña, usufructuaban las
bondades de una tierra rica, en todos los aspectos, y del trabajo tenaz de unos
pobladores que eran sometidos a un trato poco humano y lleno de dificultades.
Fueron precisamente esas personas, las que construían una ciudad con sus manos,
con sus mentes luchadoras, las que dieron el ejemplo al rebelarse contra un
sistema impropio de gobierno. Se armaron con el valor que produce la razón y
con toda la dignidad que acompaña a los que obran pensando en el verdadero
bienestar de una sociedad y de todos los que la conforman, desafiaron a todos y
en la Plaza de la Trinidad dieron los primeros pasos para consolidar una
libertad real y absoluta. Una serie de acontecimientos, todos ellos revestidos
de sangre, dolor y lágrimas se cirnieron sobre la ciudad amurallada,
resistiendo, una vez en su historia de humillaciones, un sitio que dejó , según
las mismas palabras de su verdugo, Don Pablo Murillo, un panorama de
sufrimiento y desolación que llegó a horrorizarlo. Lo que sucedió luego confirmó
que la maldad prima en la raza humana.
Años más tarde, la ciudad recibe
el muy hermoso titulo de “La Heroica”, apelativo con que se le recuerda en todo
el territorio colombiano. Una palabra
que hace mención al carácter bravío de sus habitantes, a su amor por la
libertad y al sacrificio que estaban siempre dispuestos a hacer por su terruño.
Por supuesto que nos sentimos muy honrados con esa noble designación y creemos
que es más que merecido que así se le mencione en memoria de un grupo de ciudadanos
que lucharon por sus ideales siempre nobles
y siempre ejemplo para todas las
generaciones futuras de cartageneros.
Sin embargo, no se puede dejar de
pensar en el destino de la ciudad dos siglos después y en lo poco que han
respondido sus líderes actuales a ese llamado de la historia libertaria de nuestro
país en las últimas décadas. Ese homenaje, que se le ha rendido a sus Mártires,
no es sino un mero formalismo, en una especie de velada hipocresía, que carece
de trascendencia para quienes desde hace muchos años se vienen vendiendo y
hasta regalando a los caprichos de los foráneos. Es una ciudad una y otra vez sitiada,
amordazada, vejada, violada, atropellada y sus hijos se duermen en los
recuerdos, cada vez más lejanos y vagos, de una gloria nacida de una dignidad
inquebrantable. Es como si los ruidos de los fusiles que les dispararon a los héroes
hubieran sido tan ensordecedores que no
pudieran entender las palabras de quienes gritan de hambre de justicia en los
extramuros y en la ya malograda ciudad amurallada. Triste el destino de
Cartagena al servicio de la codicia de algunos lugareños, que conducen a su ciudad al olvido, a la
intervención descarada del dinero en la corrupción y compra de conciencias que
se olvidan muy fácilmente del patrimonio que deben resguardar y que ya no sienten , ni de lejos, ese
entrañable cariño que alguna vez se tuvo por los “zapatos viejos”.
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