Ramiro de la Espriella, Carlos Villalba y Gabriel García Márquez. tres periodistas excelentes.
El Periodista
Hoy día del periodista,
quiero rendirle este homenaje a mi padre:
Ramiro de la Espriella
un periodista integral por antonomasia.
De niña, creía que todos los
padres eran periodistas. Desde muy temprano, en la mañana, mi padre se
levantaba y, de acuerdo con los
acontecimientos políticos del día anterior, escribía su artículo o sus
editoriales. El amaba su oficio más que nadie. Amaba el valor de la palabra
comprometida con el cambio. Amaba que la gente pensara en lo que planteaba y
que, gracias a eso, tuvieran una actitud crítica frente a la vida, frente a la
sociedad , frente a sí mismos. En esos años, la violencia política estaba muy
cerca a las entrañas de todos los colombianos. Así las cosas sus palabras eran riesgosas. Podrían ser silenciadas,
amordazadas, deliberadamente borradas. Pero él, se mantenía siempre optimista,
siempre valiente, siempre temerario. Era su valentía, su convicción, lo que lo
alentaba. Mi madre lo mirada, con su inmensa mirada y lo alentaba. Lo admiraba
de verás con su razón, con su inteligencia de mujer valiente y luchadora y el corazón, con el alma y con la fuerza de un
amor inmenso, siempre alerta y siempre protector. Ella estaba convencida de que
él tenía todo en sus manos para construir un mejor país a partir de su
pluma y, evidentemente, algunas cosas
cambiaron. No como él lo hubiera querido, pero sí dejando su semilla dispersa
en otras muchas personas que lo han admirado y lo recuerdan con afecto, con cariño
y sobre todo siguiendo sus enseñanzas.
Pasó por muchas instancias la
pluma certeza y valiente de mi padre . Se había iniciado en “ El Universal” de
Cartagena, por los días del asesinato de Gaitán, luego en Europa, como estudiante
de Ciencias Políticas, había sido corresponsal del periódico verdaderamente
digno y liberal que era “El Espectador”,
siendo corresponsal en París y en Londres. Luego desde el inicio de “La Calle” como parte
fundamental de ese órgano periodístico creado por el MRL, movimiento que él , Álvaro Uribe
Rueda, Felipe Salazar Santos, Natanael Díaz, Jaime Ucros y otros liberales
convencidos de la necesidad del cambio estructural de este país, tan desigual y tan injusto , debía dar hacia una sociedad más
tolerante y más equitativa. Fueron años
de largos desvelos y largas esperas hasta la madrugada. Fueron años intensos, años
de sacrificios y años de esperanza.
Todo este tiempo me enseño lo
valioso que era la libertad de expresión y la dignidad humana. Siempre de pie,
como los árboles más fuertes, resistió él y nosotras a su lado, los embates de unos tiempos de alta intemperancia de los
diferentes gobiernos colombianos.
Luego, vinieron los días de las persecuciones:
primero los grandes empresarios que los quería
acallar para que no denunciaran los abusos del poder, luego el narcotráfico
que puso, entre otras muchas víctimas, a uno de esos periodistas
incorruptibles, ligado por afecto y admiración a mi padre: hablo de Don
Guillermo Cano. Pero la palabra salía fortalecida y hermosa de las plumas de
los periodistas de opinión: Fabio Castillo, Eduardo Sarmiento, Darío Bautista,
Carlos Villalba Bustillo, Carlos Rodado Noriega, Antonio J. Olier, y de
cerca algunos más jóvenes pero igualmente comprometidos como Eduardo Posada
Carbó. Fueron años de años que con fe y esperanza luchaban por las ideas, por
los sueños, por la justicia que merecemos todos los colombianos. No es posible
olvidar esos días porque fueron intensos, aguerridos, llenos de incertidumbres
y de muchos proyectos políticos que fueron frustrados.
Nadie pudo, jamás, acallar la “Conciencia
Subversiva” de mi padre. Ese legado hoy queda cerca a mí alimentado cada uno de
mis actos. Colombia todavía no ha sido liberada.
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