martes, 9 de febrero de 2016

El Periodista - Hoy Día del Periodista - En Honor a Ramiro de la Espriella



Ramiro de la Espriella, Carlos Villalba  y Gabriel García Márquez. tres periodistas excelentes.
El    Periodista

         Hoy día del periodista,

                                                                                       quiero rendirle este homenaje a mi padre:

                                                          Ramiro de la Espriella

                                                                                     un periodista integral por antonomasia.


De niña, creía que todos los padres eran periodistas. Desde muy temprano, en la mañana, mi padre se levantaba y, de acuerdo con los  acontecimientos políticos del día anterior, escribía su artículo o sus editoriales. El amaba su oficio más que nadie. Amaba el valor de la palabra comprometida con el cambio. Amaba que la gente pensara en lo que planteaba y que, gracias a eso, tuvieran una actitud crítica frente a la vida, frente a la sociedad , frente a sí mismos. En esos años, la violencia política estaba muy cerca a las entrañas de todos los colombianos. Así las cosas sus palabras  eran riesgosas. Podrían ser silenciadas, amordazadas, deliberadamente borradas. Pero él, se mantenía siempre optimista, siempre valiente, siempre temerario. Era su valentía, su convicción, lo que lo alentaba. Mi madre lo mirada, con su inmensa mirada y lo alentaba. Lo admiraba de verás con su razón, con su inteligencia de mujer valiente y luchadora y  el corazón, con el alma y con la fuerza de un amor inmenso, siempre alerta y siempre protector. Ella estaba convencida de que él tenía todo en sus manos para construir un mejor país a partir de su pluma  y, evidentemente, algunas cosas cambiaron. No como él lo hubiera querido, pero sí dejando su semilla dispersa en otras muchas personas que lo han admirado y lo recuerdan con afecto, con cariño y sobre todo siguiendo sus enseñanzas.

Pasó por muchas instancias la pluma certeza y valiente de mi padre . Se había iniciado en “ El Universal” de Cartagena, por los días del asesinato de Gaitán, luego en Europa, como estudiante de Ciencias Políticas, había sido corresponsal del periódico verdaderamente digno  y liberal que era “El Espectador”, siendo corresponsal en París y en Londres. Luego  desde el inicio de “La Calle” como parte fundamental de ese órgano periodístico creado por  el MRL, movimiento que él , Álvaro Uribe Rueda, Felipe Salazar Santos, Natanael Díaz, Jaime Ucros y otros liberales convencidos de la necesidad del cambio estructural  de este país, tan desigual y tan  injusto , debía dar hacia una sociedad más tolerante y más equitativa.  Fueron años de largos desvelos y largas esperas hasta la madrugada. Fueron años intensos, años de sacrificios y años de esperanza.

Todo este tiempo me enseño lo valioso que era la libertad de expresión y la dignidad humana. Siempre de pie, como los árboles más fuertes, resistió él y nosotras a su lado, los embates de  unos tiempos de alta intemperancia de los diferentes gobiernos colombianos.

Luego, vinieron los días de las persecuciones: primero los grandes empresarios que los quería  acallar para que no denunciaran los abusos del poder, luego el narcotráfico que puso, entre otras muchas víctimas, a uno de esos periodistas incorruptibles, ligado por afecto y admiración a mi padre: hablo de Don Guillermo Cano. Pero la palabra salía fortalecida y hermosa de las plumas de los periodistas de opinión: Fabio Castillo, Eduardo Sarmiento, Darío Bautista, Carlos Villalba Bustillo, Carlos Rodado Noriega, Antonio J. Olier,   y de cerca algunos más jóvenes pero igualmente comprometidos como Eduardo Posada Carbó. Fueron años de años que con fe y esperanza luchaban por las ideas, por los sueños, por la justicia que merecemos todos los colombianos. No es posible olvidar esos días porque fueron intensos, aguerridos, llenos de incertidumbres y de muchos proyectos políticos que fueron frustrados.

Nadie pudo, jamás, acallar la “Conciencia Subversiva” de mi padre. Ese legado hoy queda cerca a mí alimentado cada uno de mis actos. Colombia todavía no ha sido liberada.

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