viernes, 18 de septiembre de 2015

Cartagena- Falta mucho para ser lo máximo


 
 
 
 
Mapa de Cartagena de Indias en el Siglo XVIII
 
 
 
 
Un comentario alrededor de las palabras de Francisco Ángulo
 
 
“CARTAGENA: "LO MÁXIMO EN BOBERÍA"
 
Por Francisco Angulo
 
 
Es tan obvio notar que el Centro Histórico es muy bello en su conjunto a pesar de las falsas restauraciones, las inundaciones anuales, las basuras en las calles, los malos olores, las corrientes de orines de caballos, las aguas negras desbordándose por las tapas de las alcantarillas, etc, que se necesita ser muy tonto, muy torpe, muy "folclórico", o peor aun: muy tendencioso, para saltar por encima de toda objetividad y autodeclararnos como "Lo Máximo" (Máximo de Colombia? del departamento? De la Costa? del mundo? Del Tercer Mundo?...
Con una facilidad enorme que se parece a la perversidad nivelamos los atributos relativos del Centro Histórico con las enormes e inimaginables falencias del resto de la ciudad, confundiendo así deliberadamente una bella partecita con la otra inmensa y pavorosa realidad de ciudad que sufrimos, para acto seguido concluir que (toda) "Cartagena es lo Máximo" .
Somos tan provincianos que ya todos repetimos no solo que Cartagena es la Fantástica, sino que ahora "Somos lo "Máximo", como si no existiera una que otra capital en el mundo un tanto más planificada y ordenada que Cartagena... Definitivamente ser provincianos es un atributo que no tiene límites. Provincianos como somos aun no conocemos el valor de la autocritica, pero eso sí, aun pretendemos seguir viviendo de la glorias pasadas de los ingenieros y constructores de hace cuatrocientos años. Vergüenza nos debería dar. Por supuesto que quienes intentamos hacer esta autocrítica seremos tildados de pesimista. La verdad es que aun nos pesan tanto las murallas que aun creemos que ellas solas y por si mismas, invocándolas en panegíricos baratos de efectos mágicos, solucionarán digo todos nuestros males ciudadanos.”
 COMENTARIO
 
Patio Original de la Casa del Marqués de Valdehoyos- Cartagena de Indias
 
 
 
 
Claudia de la Espriella
El arquitecto cartagenero Francisco Angulo, conoce el tema de la ciudad de Cartagena como pocos. Como docente ha estado cerca de la historia de la ciudad, de los múltiples males y también logros que se han sucedido  por muchas décadas. Como ciudadano  y articulista del periódico “ El Universal” sus comentarios son claros, precisos y siempre a favor de preservar una identidad  que no riña con el progreso ni con el turismo.
 
En cuanto a la consideración precipitada de una excelencia en torno a la ciudad, hay mucho que discutir y aún más por hacer para llegar a ese nivel tan alto de “perfección” que se supone que tiene la capital del departamento de Bolívar. Haciendo mías las palabras de Angulo, tengo que decir, con el dolor de cartagenera, que la ciudad tiene mucho por solucionar a diferentes niveles antes, por supuesto, de llegar siquiera a un nivel de aceptable. Falta, por ejemplo, crear una verdadera y auténtica conciencia ciudadana alrededor de la importancia de  buscar dirigentes que respeten su historia, su tradición colonial y republicana preocupándose por disminuir falencias como la falta de empleo,  el sistema de salud frecuentemente deficiente y humillante para los usuarios, una educación de baja calidad , un sistema de transporte público  muy desordenado, que  frecuentemente no ha tenido  en cuenta las recomendaciones de la Academia respecto a la urgente necesidad de preservar  las estructuras de la ciudad amurallada, disminuir la polución que evidentemente afecta esas construcciones centenarias, son aspectos que se olvidan  muy fácilmente para poder seguir en el desgreño administrativo que, evidentemente favorece, muchas veces negocios no tan claros y poco benéficos para la población en general.
Las autoridades, por ejemplo, deben tener en cuenta primero el bienestar de sus habitantes, de los raizales. Atentar contra costumbres vernáculas para darle una cara disfrazada de las tradiciones a los turistas es un exabrupto que no denota sino la falta de una conciencia de pertenencia  en quienes detentan el poder.
El Centro Histórico, tal como lo resume, el arquitecto Angulo, hermoso, por supuesto, ha sido víctima del peor de los vandalismos por parte de restauradores inescrupulosos y comerciantes poco conocedores del valor cultural de  las casonas que ahora fungen como locales comerciales, hoteles, restaurantes y bares, dejando que se pierdan  aspectos fundamentales de su sabor local,  tal como lo recuerda con emoción la pintora Tere Perdomo,  hasta hace unas décadas,  los zaguanes  invitaban a la contemplación de esos patios, se encuentran  ahora ocultos para que no se salga el aire acondicionado, y también esos patios han sufrido transformaciones o mejor diría yo, involuciones que se han olvidado de mantener vivo el espíritu de la ciudad.
Poco a poco, Cartagena está perdiendo su esencia centenaria y con eso, su atractivo para  los tan deseados turistas. Hay que detenerse, replantearse  nuevas políticas de preservación antes de apresurarse a decir que la ciudad es lo “Máximo”, que cómo dice el comentarista es un despropósito, propio de un exagerado provincialismo tropical  que caracteriza a esos que no tienen sino una visión estrecha de la realidad y que no se dan cuenta de que de continuar como se va, la Heroica, no será lo máximo sino lo” mínimo” en el resquebrajado panorama colombiano que es demasiado decir.

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