Mapa de Cartagena de Indias en el Siglo XVIII
Un comentario alrededor de las palabras de Francisco Ángulo
“CARTAGENA: "LO MÁXIMO EN BOBERÍA"
Por Francisco Angulo
Es tan obvio notar que el Centro Histórico es muy bello en
su conjunto a pesar de las falsas restauraciones, las inundaciones anuales, las
basuras en las calles, los malos olores, las corrientes de orines de caballos,
las aguas negras desbordándose por las tapas de las alcantarillas, etc, que se
necesita ser muy tonto, muy torpe, muy "folclórico", o peor aun: muy
tendencioso, para saltar por encima de toda objetividad y autodeclararnos como
"Lo Máximo" (Máximo de Colombia? del departamento? De la Costa? del
mundo? Del Tercer Mundo?...
Con una facilidad enorme que se parece a la perversidad
nivelamos los atributos relativos del Centro Histórico con las enormes e
inimaginables falencias del resto de la ciudad, confundiendo así
deliberadamente una bella partecita con la otra inmensa y pavorosa realidad de
ciudad que sufrimos, para acto seguido concluir que (toda) "Cartagena es
lo Máximo" .
Somos tan provincianos que ya todos repetimos no solo que
Cartagena es la Fantástica, sino que ahora "Somos lo "Máximo",
como si no existiera una que otra capital en el mundo un tanto más planificada
y ordenada que Cartagena... Definitivamente ser provincianos es un atributo que
no tiene límites. Provincianos como somos aun no conocemos el valor de la autocritica,
pero eso sí, aun pretendemos seguir viviendo de la glorias pasadas de los
ingenieros y constructores de hace cuatrocientos años. Vergüenza nos debería
dar. Por supuesto que quienes intentamos hacer esta autocrítica seremos
tildados de pesimista. La verdad es que aun nos pesan tanto las murallas que
aun creemos que ellas solas y por si mismas, invocándolas en panegíricos
baratos de efectos mágicos, solucionarán digo todos nuestros males ciudadanos.”
El arquitecto cartagenero Francisco Angulo, conoce el tema
de la ciudad de Cartagena como pocos. Como docente ha estado cerca de la
historia de la ciudad, de los múltiples males y también logros que se han
sucedido por muchas décadas. Como
ciudadano y articulista del periódico “
El Universal” sus comentarios son claros, precisos y siempre a favor de
preservar una identidad que no riña con
el progreso ni con el turismo.
En cuanto a la consideración precipitada de una excelencia
en torno a la ciudad, hay mucho que discutir y aún más por hacer para llegar a
ese nivel tan alto de “perfección” que se supone que tiene la capital del
departamento de Bolívar. Haciendo mías las palabras de Angulo, tengo que decir,
con el dolor de cartagenera, que la ciudad tiene mucho por solucionar a
diferentes niveles antes, por supuesto, de llegar siquiera a un nivel de
aceptable. Falta, por ejemplo, crear una verdadera y auténtica conciencia
ciudadana alrededor de la importancia de
buscar dirigentes que respeten su historia, su tradición colonial y republicana
preocupándose por disminuir falencias como la falta de empleo, el sistema de salud frecuentemente deficiente
y humillante para los usuarios, una educación de baja calidad , un sistema de
transporte público muy desordenado, que frecuentemente no ha tenido en cuenta las recomendaciones de la Academia
respecto a la urgente necesidad de preservar
las estructuras de la ciudad amurallada, disminuir la polución que
evidentemente afecta esas construcciones centenarias, son aspectos que se
olvidan muy fácilmente para poder seguir
en el desgreño administrativo que, evidentemente favorece, muchas veces
negocios no tan claros y poco benéficos para la población en general.
Las autoridades, por ejemplo, deben tener en cuenta primero
el bienestar de sus habitantes, de los raizales. Atentar contra costumbres
vernáculas para darle una cara disfrazada de las tradiciones a los turistas es
un exabrupto que no denota sino la falta de una conciencia de pertenencia en quienes detentan el poder.
El Centro Histórico, tal como lo resume, el arquitecto
Angulo, hermoso, por supuesto, ha sido víctima del peor de los vandalismos por
parte de restauradores inescrupulosos y comerciantes poco conocedores del valor
cultural de las casonas que ahora fungen
como locales comerciales, hoteles, restaurantes y bares, dejando que se
pierdan aspectos fundamentales de su
sabor local, tal como lo recuerda con emoción la pintora Tere Perdomo, hasta hace unas décadas, los zaguanes invitaban a la contemplación de esos patios, se encuentran ahora ocultos para que no se
salga el aire acondicionado, y también esos patios han sufrido transformaciones o mejor diría
yo, involuciones que se han olvidado de mantener vivo el espíritu de la ciudad.
Poco a poco, Cartagena está perdiendo su esencia centenaria
y con eso, su atractivo para los tan
deseados turistas. Hay que detenerse, replantearse nuevas políticas de preservación antes de
apresurarse a decir que la ciudad es lo “Máximo”, que cómo dice el comentarista
es un despropósito, propio de un exagerado provincialismo tropical que caracteriza a esos que no tienen sino una
visión estrecha de la realidad y que no se dan cuenta de que de continuar como
se va, la Heroica, no será lo máximo sino lo” mínimo” en el resquebrajado
panorama colombiano que es demasiado decir.
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