La Tolerancia
Hay que quitarse los guantes.
Claudia de la Espriella
En los tiempos que corren cada vez se menciona más la
tolerancia como una virtud esencial
en la sociedad moderna. Estoy convencida
de que así es. Creo sinceramente que fortalecer la idea de aceptar al otro tal y conforme es,
dejar que los demás piensen de la manera que más les plazca resulta sano y tal como se dice
ahora, una actitud “políticamente correcta”. Así debería ser siempre.
Sin embargo, hay algo que me preocupa especialmente , pues he
notado que se esta dando una tendencia general: el creer que los demás deben aceptarnos ,
compartir nuestros puntos de vista y no
decir nada de lo que opinamos, creemos o reflexionamos. La tolerancia sólo queremos que
se dé en un solo sentido: satisfacernos
y complacernos a nosotros mismos. Si alguien dice , por ejemplo, que está de acuerdo con un
determinado político, espera que los demás lo aplaudan sin chistar. Si no lo
hacen les dice burros, torpes, ignorantes, poco informados y manipulados, por
usar únicamente los calificativos más amables. E igual el que discrepa se pone
iracundo y contesta con la misma destemplanza. El principio fundamental es aceptar que tener diferentes criterios no nos
convierte automáticamente en malas personas ni en poco inteligentes. Las discusiones
para que sirvan y enriquezcan a los demás deben ser amplias y sin
caer en los excesos de criticar a quien ve la vida de diferente manera.
Sólo así estaremos siendo más civilizados, cordiales, amigables y estaremos construyendo un mundo
verdaderamente tolerante. Si no somos capaces de entenderlo estamos fomentando,
tristemente, la violencia.
Podemos permanecer juntos a pesar de las diferencias o precisamente por eso.
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