domingo, 20 de septiembre de 2015


La Tolerancia
 
Hay que quitarse los guantes.
 
 
Claudia de la Espriella
En los tiempos que corren cada vez se menciona más la tolerancia  como una virtud esencial en la sociedad moderna. Estoy  convencida de que así es. Creo sinceramente  que fortalecer la idea de aceptar al otro tal y conforme es, dejar que los demás piensen de la manera que más les plazca resulta sano y tal como se dice ahora, una actitud “políticamente correcta”. Así debería ser siempre.
Sin embargo, hay algo que me preocupa especialmente , pues he notado que se esta dando una tendencia general: el creer que los demás deben aceptarnos , compartir nuestros puntos de vista   y no decir nada de lo que opinamos, creemos o reflexionamos. La tolerancia sólo queremos que se  dé en un solo sentido: satisfacernos y complacernos a nosotros mismos. Si alguien dice , por ejemplo, que está de acuerdo con un determinado político, espera que los demás lo aplaudan sin chistar. Si no lo hacen les dice burros, torpes, ignorantes, poco informados y manipulados, por usar únicamente los calificativos más amables. E igual el que discrepa se pone iracundo y contesta con la misma destemplanza. El principio fundamental  es aceptar que tener diferentes criterios no nos convierte automáticamente en malas personas ni en poco inteligentes. Las discusiones para que sirvan y enriquezcan a los demás deben ser amplias y  sin  caer en los excesos de criticar a quien ve la vida de diferente manera. Sólo así estaremos siendo más civilizados, cordiales, amigables y  estaremos construyendo un mundo verdaderamente tolerante. Si no somos capaces de entenderlo estamos fomentando, tristemente, la violencia.
 
 
 
Podemos permanecer juntos a pesar de las diferencias o precisamente por eso.
 

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