domingo, 8 de mayo de 2016

Catalina- Segunda parte.- (Continuará)


 
 
 
 
Catalina - Recién  llegada a mi casa
 
Catalina - Segunda Parte
 
 
 
Había tenido otros gatos en mi infancia y adolescencia y por eso sabía de su curiosidad, de su inquietud, de su amor por la aventura. Miré en los gabinetes de la cocina, en la despensa, en el baño, en el lavadero. Estaba ya con lágrimas en los ojos cuando escuché un maullido que no podía  determinar de dónde venía. Me quedé quieta, descifrando el mensaje, esperando una señal que me indicara hacia dónde dirigirme. Finalmente lo supe: provenía del motor de la nevera. Me era casi imposible tener acceso a ese lugar, dada mi condición médica y entonces se me ocurrió servirle leche y ponerla cerca de allí para que atraída por ese líquido se acercaba y me fuera más fácil tomarla en brazos. Pero no fue así, resultó largo, dispendioso y ella parecía, por el sonido que emitía, muy, muy asustada. Finalmente se decidió a bajar y al acercase pude agarrarla mientras ella se aferraba a mi con fuerza y así, acunada, pronto se quedó dormida. Un sueño de inocencia , de ser que se sabe protegida , segura del  cariño  que le tienen y de una sensibilidad extrema.
 
A los pocos meses, pasado el período de recuperación retomé mis actividades habituales. Ella se quedaba sola y cuando yo llegaba lloraba, lloraba, lloraba…Ya no era Navidad y no tenía la entretención del árbol ni podía jugar en el pesebre a que era el Niño Dios. Sentí que se estaba volviendo temerosa y que su naturaleza delicada sufría mucho con mis ausencias prolongadas, de tal modo que estaba afectando nuestra alegría. Pensé que era mejor buscarle una hermana. Así fue cómo, cuando Catica tenía más o menos cuatro meses, llegó Sofía.  La nueva gatita era un perfecta fierecilla atigrada, muy traviesa y despreocupada, que jugaba con todo lo que tiene a su paso y que parece ser la encarnación de la inquietud. Tengo unas amigas españolas , de un foro de internet llamado “Milgatos”, que le dicen terremoto. Nada la describe mejor. Se sube a todas partes, se mueve con agilidad, se mantiene buscando qué hacer , de tal forma que ella misma resolvió, contrariando su naturaleza gatuna, que no debe dormir mucho pues no le queda casi tiempo para las travesuras. Es sociable, a diferencia de Catalina, que era tan cuidadosa de tratar con extraños. Ella es conocida en todo el edificio donde habita y siempre que llega alguien sale a saludar primero que todo el mundo. Sin embargo, a pesar de que las dos tenían modos de ser tan opuestos, se llevaron bien. Pasó la adaptación de los primeros días y empezaron a compartir como buenas amigas. Catalina siempre  conservó su serenidad aunque su hermana  hacía todo lo que estaba a su alcance para molestarla, le agarraba la cola, la asechaba, trataba de quitarla de donde ella dormitaba. Había bufidos, por supuesto, pero pronto la mayorcita prefirió que Sofía fuera el líder  mientras ella permanecía más calmada.
 
A pesar de eso,  Catica impuso sus reglas. La primera tuvo que ver con la comida. La recién llegada venía de un lugar donde no la alimentaban bien , no le daban cariño y estaba flaca. Así que, para ella , cualquier alimento era bueno. Estaba acostumbrada a comer cosas que no deben estar en el alimento de los gatos: pan, galletas y otras harinas, Los primeros días quería  recibir lo que se le diera. Un día, le sirvieron carne molida, algo que Catalina detestaba . Cuando mi gatita blanca vio que la otra la recibía alborozada, se llenó de cólera gatuna y le dio un tremendo cocotazo, advirtiéndole, de paso, que en mi casa, se comía pescado, pollo, jamón, lomo fino y otras delicias y que esa carne barata no debía ser consumida por gatitas bien cuidadas como ellas. Jamás Sofía volvió a intentar contradecirla…(continuará)

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