Soledad
Uno, dos , tres, cuatro, cinco.“
Tome usted , señor”. Los años pasaban entre cuentas y público muy variado. La
ferretería era de un tío. Cuando fue necesario trabajar llegó hasta su casa. No
tenía mucha iniciativa, pero con su sencillez era fácilmente manejable. Poco
sueldo, pocos gastos. Nunca le hizo falta nada, nunca nada sobró en su casa. Y
envejeció viendo crecer a los niños de su hermana.
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