lunes, 16 de mayo de 2016

Catalina- Tercera Parte (Continuará)

 
 
 
 
Catalina- Tercera Parte- (Continuará)
 
 
La advertencia bastó y sobró por el resto de sus días. Igualmente determinó que sólo Catalina estaba “autorizada” para comenzar a maullar en busca de las tres comidas diarias. Se paraba en la puerta y reclamaba con todo el vigor que tenía , mientras Sofía esperaba con paciencia que su amiguita fuera escuchada. Entonces entraban a la cocina dirigiéndose juntas a tomar los alimentos. Catalina daba toda clase de vueltas, comía despacio, despacio, despacio  mientras le daba tiempo a Sofi para terminar y luego, acababa con todo lo que hubiera dejado. Extrañamente Sofía es la que está pasadita de kilos, mientras ella se ha mantenido esbelta. Así es la vida. La otra regla que impuso era que sólo ella tenía derecho a dormitar oyendo mi corazón. Tomaba un dedo mío y lo agarraba con fuerza mientras su compañera podía sentarse muy cerca pero no en mi pecho.
 
Lo más destacado de su conducta es que siempre consideró que sólo a ella le estaba permitido regañarme. Me seguía por toda la casa, diciéndome toda clase de reclamos, maullando, maullando y maullando. Duraba como unos 15 minutos mínimo dándome una reprimenda. Eso sucedía a menudo cuando me demoraba en la calle más de lo que consideraba necesario y también cuando volvía de un viaje. En ocasiones, después de darme un buen discurso, se retiraba pero al poco tiempo se acordaba que estaba llamándome la atención y volvía con sus largos y sonoros reproches. Me causaban tanta gracia esos sermones que casi siempre iba a buscarla para que continuara con sus reconvenciones. Creo firmemente que lo que más le molestaba es que yo fuera tan desobediente y siguiera reincidiendo en mi mal comportamiento  y mi irresponsabilidad al no permanecer el tiempo requerido con ella. O sea, todo el día y toda la noche  todos los días del año.
 
A pesar de eso, tenía muy buen genio. Era serena en su actuar y no se precipitaba a tomar decisiones. Sabía cuidar muy bien sus espacios y buscaba rincones aislados para estar en diálogo consigo misma. Por eso, no entendía muy bien por qué Sofía era tan “ alborotada”. Según su criterio, esa manera de ser de su hermana era excesiva y un tanto descontrolada, no muy acorde con su condición de “ gatitas de un hogar tranquilo y decente”. Cuando el ruido y el desorden organizado  por su compañera  eran exagerados pedía insistentemente que se le abriera la puerta de mi closet y allí se sentaba sobre una mantita escocesa que era su preferida. Podía permanecer allí por mucho rato. Era habitual que durmiera en mi cama pero algunas veces ese closet era su lugar para pasar la noche.
 
 
Amaba las flores, en especial las rosas. Durante años he tenido la costumbre de tener flores casi todas las semanas en mi casa. Cuando me veía dispuesta a arreglarlas su resplandeciente carita blanca se iluminaba observando con toda la atención del caso mi labor. Luego se acercaba a olfatear y allí se quedaba mirando, mirando, alegre y complacida...(continuará)
 
 
 
 

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