La mirada Dulce de Catalina
Catalina- Última Parte
...Ocasionalmente comía hojas pero
pronto entendió que no las digería. Sin embargo, no desistió de disfrutar por
largo tiempo sus aromas fascinantes. La mayoría de las veces yo le tomaba fotos
, así que ella, delicada y sensible como una flor está rodeada de rosas,
gladiolos, crisantemos, campanas de Irlanda, heliconias y girasoles en muchos
de sus retratos. Estoy segura que admiraba su belleza y que su espíritu gatuno
se deleitaba con la serena paz que ellas le trasmitían. Era un espectáculo ver
sus grandes ojos verdes brillar amorosos frente a un jarrón engalanado.
Tanto a ella como a Sofía les
encantaba tomar sol en el techo del techo de mi apartamento, pero mi pequeña
Cata permanecía horas y horas, mucho más tiempo que su hermana. Era como estar
a solas con sus pensamientos y al mismo
tiempo deleitarse con el paso de los pajaritos volando, mariposas cerca de ella
y el sol cubriendo su hermosa y delicada figura blanca. El deleite de estos
momentos traspasaba el aire y se nos filtraba en la piel. Era sentir el
maravilloso renacimiento de la primavera, el esplendor del verano, la serenidad
del otoño y la nieve danzando en tu carita expresiva y luminosa. Un momento mágico
que sólo se encuentra en los sueños y que no es posible describir con palabras.
Cata era tímida, con esa
timidez de los seres profundamente sensibles. Los que temen ser lastimados , a
los que todo les duele hasta lo más íntimo y profundo de su ser. Miraba con
cautela, no con displicencia, sino con el espíritu analítico de quien quiere
estar seguro de la sinceridad de quienes la halagaban. Su comportamiento iba
acompañado de unos ojos dulces que expresaban que no querían ser engañados. Creía
y sabía que son mejores los amores eternos que las simpatías momentáneas . No
le importaba la popularidad, quería ir hasta lo más profundo y permanecer allí
por siempre. Yo entendía bien este lenguaje , pues mi temperamento tímido se
parece mucho al de ella. No es fácil arriesgarse pero cuando se consigue ese
milagro la empatía es eterna.
No quiero recordar, no deseo recordar lo que sucedió en la madrugada del 7 de noviembre del 2012. Me desperté de pronto y te había ido, te
habías convertido en una estrella. Eres ahora, mi pequeña y dulce princesa, mi
linda y delicada rosa blanca, quien ha dejado mi espíritu lleno de un
sentimiento de abandono que va mucho más allá del agridulce significado de “
saudades”. Estoy segura de que estás vertiendo tu bondadosa luz de sensibilidad
y serenidad sobre la traviesa Sofía, tu abuelito ,yo y todos los que te queremos.
Pero el vacío es inmenso y no puedo explicarlo, Catica mía, sabes muy bien que
ahora tengo el derecho de reclamarte por haberte ido , silenciosamente, sin
avisarme…
9 de noviembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario