jueves, 5 de mayo de 2016

Pedro Blas Julio - Primera Parte - Feminismo dónde estás - Una visión sobre Cuba




 En la Foto Sara Marta Fonseca,
ejemplo de valor ante la violencia de las turbas represivas del castrismo.
 
 
Feminismo dónde estás?

 
Y una carta desde el activismo de mujeres cubanas perseguidas por la cúpula Nazi- –comunista de los Castro.
 
Por aquel entonces varias voces se pronunciaban clamando por la llegada de la hora en que se denunciara al movimiento de “liberación de la mujer”. Y como ocurre con el medio ambiente, de repente la liberación de la mujer surge estridentemente por doquier. Donde se hizo imposible evitar ser asaltado, día tras día, por el ruidoso parloteo del movimiento de la mujer. Cuando las cien arpías del movimiento de liberación de la mujer se abrieron paso a base de intimidación hasta la sede de la revista Ladie's Home Journal  ¿Acaso el acosado grupo chiflado ha permanecido en el aire desde hace algún tiempo? A veces merecidamente pero con más frecuencia absurdamente, y ahora las mujeres de la Nueva Izquierda se han metido en la función; ya nos ocuparemos en los siguientes párrafos a las mujeres de la Nueva Izquierda.
 
No necesitamos ir tan lejos como el reciente comentario del profesor Edward A. Shils, eminente sociólogo de la Universidad de Chicago, que ahora espera un “movimiento de liberación perruno“, pero es difícil encontrar fastidioso ese comentario.
 
Con respecto al feminismo Brownmiller reconoce que esto tendría que significar que el marido trabajase durante seis meses y la mujer los siguientes seis meses, de manera que cada uno se fuera alternando en la crianza de los hijos cada seis meses o cada media jornada de trabajo. Sea cual sea el camino que se elija, es muy claro que esta igualdad total sólo podría realizarse si ambas partes estuvieran dispuestas a vivir permanentemente como hippies, a un nivel de subsistencia y trabajando a tiempo parcial. O, ¿cuál carrera de importancia o calidad se puede realizar de manera fugaz y casual? Por encima del nivel hippie, entonces, esta supuesta "solución" es simple y llanamente absurda. Si nuestro análisis es correcto y ya estamos viviendo en un matriarcado, entonces, el verdadero significado del nuevo feminismo no es, como tan airadamente reclaman, la "liberación" de las mujeres de su opresión ¿Acaso no podríamos decir que a esas mujeres no les basta con vivir ociosamente como mantenidas y con tener ese sutil dominio sino que lo que ansían es alcanzar el poder absoluto? No contentas con una vida segura de mantenidas, ahora intentan obligar a sus pasivos y sufridos esposos para que se ocupen de la mayor parte del trabajo del hogar y también de criar a los hijos. Yo conozco personalmente a varias parejas en las que la mujer es una liberacionista militante que ha lavado el cerebro a su cónyuge para que sea un tío Tom y un traidor a su género. En todos estos casos, después de un largo día de trabajo en la oficina o en la enseñanza para sostener a la familia, el marido se queda en casa educando a los niños mientras la esposa está fuera asistiendo a reuniones del movimiento de liberación de la mujer urdiendo un plan para conseguir el poder completo y denunciar a sus maridos como opresores sexistas. No contenta con el tradicional juego del mah-jong, la nueva mujer está disponiéndose a dar el golpe o corte de gracia y dejar por fin castrado a su esposo — para ser aceptada, supongo que con mansa gratitud, por su liberal marido—. Aún nos queda examinar la solución que proponen las feministas más extremistas: dejar de practicar sexo, o más bien abandonar por completo la heterosexualidad. No hay duda de que esto por lo menos resolvería el problema de la crianza de los hijos. Ser acusada de lesbiana solía considerarse una envenenada calumnia chauvinista y machista contra la mujer liberada. Pero en las cada vez más numerosas publicaciones de las nuevas feministas hay una abierta y creciente reivindicación de la homosexualidad femenina. Así, por ejemplo, Rita Mae Brown, escribía en el primer número "liberado" de Rat (del 6 de febrero de 1970): Para una mujer, afirmar públicamente su heterosexualidad es hacer hincapié en lo "buena" que es en mérito a su actividad sexual con hombres. Ese viejo lavado de cerebro sexista es muy fuerte, incluso en la conciencia de la feminista más ardiente que le dirá con rapidez que le encanta acostarse con hombres. De hecho, lo peor que se puede llamar a una mujer en nuestra sociedad es lesbiana. Las mujeres se identifican tanto con los hombres que tiemblan con la sola mención de esta palabra de tres sílabas. La lesbiana es, por supuesto, la mujer que no tiene necesidad de hombres. Cuando se piensa en ello ¿Qué hay tan terrible en que dos mujeres se amen? Para el varón inseguro, es la ofensa suprema, la blasfemia más ofensiva que pueda cometerse contra el sagrado escroto. Después de todo ¿Qué pasaría si todas acabásemos amándonos entre nosotras? Cosas buenas para nosotras, pero eso significaría que cada hombre perdería su esclava personal, su "negro", ... verdaderamente una gran pérdida si eres hombre ... Amar a otra mujer equivale a aceptar una variante sexual que constituye una grave violación de la cultura masculina (el sexo como explotación) y, por tanto, conlleva penas severas .... A las mujeres se les ha enseñado a abdicar del poder de nuestros cuerpos, tanto físicamente, en el atletismo y la autodefensa, como sexualmente. Acostarse con otra mujer es enfrentar la belleza y el poder de tu propio cuerpo, así como el de ella. Te enfrentas a la experiencia de tu auto-conocimiento sexual. También te pones frente a otro ser humano sin el dispositivo de protección del rol. Esto puede ser muy doloroso para la mayoría de las mujeres ya que muchas han sido tan maltratadas por el juego de los roles heterosexuales que no pueden ni siquiera empezar a comprender este poder real. Es una experiencia abrumadora. Me quedaría corta si la llamara acto de suma liberación. No es de extrañar que haya tanta resistencia al lesbianismo. O esto, en el mismo número, que firma "A weatherwoman": El sexo se vuelve completamente diferente sin celos. Las mujeres que nunca se vieron a sí mismas haciéndolo con mujeres empiezan a profundizar sexualmente ... ¿Lo que el hombre del tiempo está haciendo es crear nuevos patrones de relación entre hombres y mujeres. Estamos tratando de hacer que el sexo no sea explotador... Estamos haciendo algo nuevo, algo cuyo común denominador es la revolución. O, finalmente, en el mismo número, Robin Morgan nos dice: No te cortes. Aunque parezcas malintencionada, maliciosa, tortillera, frustrada, loca, propia de una Solanis, estúpida, frígida, ridícula, amargada, avergonzada, andrófoba, calumniadora....

1 comentario:

  1. Este interesante acercamiento a la problemática del feminismo en Cuba merece un momento de reflexión.

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