sábado, 24 de octubre de 2015

El Poeta



 
 
 
 
 



El   Poeta

 

Con las manos vacías sale por los parajes buscando un castillo encantado,que le permita llenarlas con la luz de los milagros. Un largo viaje lo lleva hasta el borde del agua. En la arena dibuja un  mapa de palabras. Se detiene a mirar,  mientras el nácar de la espuma   bebe sus lágrimas.
 
Ha sido juglar y también príncipe sagrado. Con Dante descendió a los infiernos y la tímida Ofelia le brindó eternidades. Se adentró en la vida y el vino de la angustia llegó para quedarse. Zozobró el amor y se hicieron  murallas.
 
Con campanas de Irlanda recorrió valles, florecieron los lirios de las doncellas santas y como Yeats y Wilde desafío los poderes sembrando melodías ancestrales. No olvidó las raíces, no olvidó los pesares, no olvidó los regalos de sol cada mañana.
 
Abrió las ventanas,  pasaron las nubes entrecanas  tomadas de la mano de las alas felices de los jilgueros  conquistando las ramas más altas. Uno a uno, fueron presentándose los relatos de ciudades lejanas, fantásticas, enjoyadas en fastuosas cúpulas de mármol , las ruinas, los fantasmas, los dolores milenarios, las heridas no curadas, los cantos de sirena, las pócimas de Circe, los gladiadores romanos, los druidas y sus tréboles sacros, los espíritus primigenios de los árboles, las mariposas inmortales, los oráculos y las pirámides, los jeroglíficos de los fecundos valles, las margaritas deshojadas, las colinas doradas, las riberas de los ríos de delfines rosados, los hilos de plata de las nieves perpetuas, las golondrinas emigrantes hacia ningún lado, los piratas cuyos tesoros les fueron robados, las bailarinas francesas descansando, las sonrisas de damas italianas, los olvidos involuntarios de Ulises, las flechas envenenadas, los rictus de las bocas ajadas, las manzanas paradisiacas, los leones famélicos, las miserias de los abates, las sacerdotisas esclavizadas, los centauros alados, los unicornios ciegos, las hadas que perdieron a sus ahijadas, las inundaciones que llenaron de arcoíris las inmensidades, los retratos peregrinos, los niños soñolientos sentados en las bancas del parque, las mujeres lavando los pecados de los abusadores diarios, los emperadores descabezados, las luciérnagas tejiendo en los campos y  los abedules dormidos como vigías blancos. Siguió el desfile de algunos intrusos y otros convidados: los siete pecados capitales, los batracios saltarines que  se convierten en monarcas, los buitres malévolos que  fueron desafiados a escobazos, los devoradores de fuego, las garzas felices anunciando la llegada del alba, los molinos exhaustos dando vuelta a la noria,  coloridos barriletes recobrando la infancia, oscuros pasadizos torturados, danzas gitanas en honor de Lorca, discursos babilónicos para marcar distancias, lujurias rubicundas saltando de cama en cama, memoriosos paquidermos ansiando ser liberados, puertos escondidos en la luna de la playa, una y mil noches de fábulas mundanas, tierras estériles en la voz de Whitmman, claros manantiales dando vida a su paso…
 
La bahía azulada saluda con banderas a los fugitivos de las profundidades. Aparecen las musas con grandes zapatones haciendo un ruido endemoniado. Crímenes castigados y justicia dando tumbos llegan para sentarse a la mesa de los desterrados. El ángel de la guarda se ha perdido y sus pequeños amigos no han podido hallarlo.
 
Es verano y el poeta dormita al lado de su bienamada: las Tres Gracias desnudas desean la corona de acanto, la Victoria sin brazos expande sus alas y conquista el espacio. El poeta andariego tiene los pies alados. Sus campanas al vuelo remontan catedrales, el claroscuro de su alma ilumina los vitrales, los cirios   bendecidos tejen la lira de las plegarias diarias. Como Gabriel, anuncia  la llegada de verbos expectantes, re-crea las palabras con las manos alzadas y vierte en una copa de cobre esmaltado, el licor de unos labios sedientos de pasiones y añoranzas. Recordó a los heraldos que traían escritas las cansadas miradas del peruano, describió las flores que habían traspasado todos los males, reconoció al albatros que se perdió en las profundidades y  salió al encuentro de los caminos andados. Siempre de pie ante la tumba de todos los desprecios y todos los engaños.
 
Clamó al cielo, puestos los ojos en claraboyas y espadañas y encontró a su Penélope tejiendo  vida junto a la ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario