El Poeta
Con las manos vacías sale por los parajes buscando un
castillo encantado,que le permita llenarlas con la luz de los milagros. Un largo
viaje lo lleva hasta el borde del agua. En la arena dibuja un mapa de palabras. Se detiene a mirar, mientras el nácar de la espuma bebe sus lágrimas.
Ha sido juglar y también príncipe sagrado. Con Dante descendió
a los infiernos y la tímida Ofelia le brindó eternidades. Se adentró en la vida
y el vino de la angustia llegó para quedarse. Zozobró el amor y se hicieron murallas.
Con campanas de Irlanda recorrió valles, florecieron los
lirios de las doncellas santas y como Yeats y Wilde desafío los poderes sembrando
melodías ancestrales. No olvidó las raíces, no olvidó los pesares, no olvidó
los regalos de sol cada mañana.
Abrió las ventanas, pasaron
las nubes entrecanas tomadas de la mano
de las alas felices de los jilgueros
conquistando las ramas más altas. Uno a uno, fueron presentándose los
relatos de ciudades lejanas, fantásticas, enjoyadas en fastuosas cúpulas de mármol
, las ruinas, los fantasmas, los dolores milenarios, las heridas no curadas, los
cantos de sirena, las pócimas de Circe, los gladiadores romanos, los druidas y
sus tréboles sacros, los espíritus primigenios de los árboles, las mariposas
inmortales, los oráculos y las pirámides, los jeroglíficos de los fecundos
valles, las margaritas deshojadas, las colinas doradas, las riberas de los ríos
de delfines rosados, los hilos de plata de las nieves perpetuas, las
golondrinas emigrantes hacia ningún lado, los piratas cuyos tesoros les fueron
robados, las bailarinas francesas descansando, las sonrisas de damas italianas,
los olvidos involuntarios de Ulises, las flechas envenenadas, los rictus de las
bocas ajadas, las manzanas paradisiacas, los leones famélicos, las miserias de
los abates, las sacerdotisas esclavizadas, los centauros alados, los unicornios
ciegos, las hadas que perdieron a sus ahijadas, las inundaciones que llenaron
de arcoíris las inmensidades, los retratos peregrinos, los niños soñolientos
sentados en las bancas del parque, las mujeres lavando los pecados de los
abusadores diarios, los emperadores descabezados, las luciérnagas tejiendo en
los campos y los abedules dormidos como vigías
blancos. Siguió el desfile de algunos intrusos y otros convidados: los siete
pecados capitales, los batracios saltarines que se convierten en monarcas, los buitres
malévolos que fueron desafiados a escobazos,
los devoradores de fuego, las garzas felices anunciando la llegada del alba,
los molinos exhaustos dando vuelta a la noria, coloridos barriletes recobrando la infancia,
oscuros pasadizos torturados, danzas gitanas en honor de Lorca, discursos babilónicos
para marcar distancias, lujurias rubicundas saltando de cama en cama, memoriosos
paquidermos ansiando ser liberados, puertos escondidos en la luna de la playa,
una y mil noches de fábulas mundanas, tierras estériles en la voz de Whitmman,
claros manantiales dando vida a su paso…
La bahía azulada saluda con banderas a los fugitivos de las
profundidades. Aparecen las musas con grandes zapatones haciendo un ruido
endemoniado. Crímenes castigados y justicia dando tumbos llegan para sentarse a
la mesa de los desterrados. El ángel de la guarda se ha perdido y sus pequeños
amigos no han podido hallarlo.
Es verano y el poeta dormita al lado de su bienamada: las Tres
Gracias desnudas desean la corona de acanto, la Victoria sin brazos expande sus
alas y conquista el espacio. El poeta andariego tiene los pies alados. Sus
campanas al vuelo remontan catedrales, el claroscuro de su alma ilumina los
vitrales, los cirios bendecidos tejen la lira de las plegarias
diarias. Como Gabriel, anuncia la
llegada de verbos expectantes, re-crea las palabras con las manos alzadas y
vierte en una copa de cobre esmaltado, el licor de unos labios sedientos de
pasiones y añoranzas. Recordó a los heraldos que traían escritas las cansadas
miradas del peruano, describió las flores que habían traspasado todos los
males, reconoció al albatros que se perdió en las profundidades y salió al encuentro de los caminos andados. Siempre
de pie ante la tumba de todos los desprecios y todos los engaños.
Clamó al cielo, puestos los ojos en claraboyas y espadañas y
encontró a su Penélope tejiendo vida
junto a la ventana.
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