René Arrieta
René Arrieta: Una Poesía Viva
y Perpetua
Era casi imberbe cuando René Arrieta me propuso hacer una
lectura de sus poemas en la Casa del Marqués de Valdehoyos en Cartagena. Fue una tarde cálida con un público
conformado por amantes de la poesía y muchos de sus amigos. Su voz ya resonaba
con fuerza y con esa callada discreción de quienes han escogido el camino
correcto, pero saben que el viaje es largo y requiere de mucho esfuerzo. Por
eso, decidió partir para Europa a formarse en las mejores escuelas. Estudió en
Salamanca y viajó por distintos rincones de Europa para nutrir sus versos con
un paisaje y una forma de vida que eran muy distintos de su natal Carmen de
Bolívar, esa “tierra de amores” que los colombianos recordamos y bailamos con
deleite. Creció intelectualmente y se estructuró un estilo que es, sin duda
alguna, original, reflexivo y auténtico, así como el manejo de un vocabulario que
evidencia la cercanía con los palabras más puras y ancestrales de idioma.
René es un hombre discreto, seguro del rumbo que toman sus
expresiones poéticas, investigador infatigable de la lírica
clásica que se hace presente con la fuerza característica de lo contemporáneo y
una mesura expresiva que trasmite una serena observación de la vida y una comunión
íntima y armónica con el medio ambiente.
Tengo en mis manos su poemario “Bodegones” y verso a verso
siento la presencia de una poesía vigorosa, capaz de romper esquemas y al mismo
tiempo fiel a la esencia del español
hispanoamericano. Es casi paradójico que ese sea el titulo de este poemario,
pues en realidad estamos ante una naturaleza que se impone con olores y sabores
diversos, con formas lujuriosas, rebosantes de sensaciones nuevas, con variadas
intensidades que se unen a unas transformaciones lumínicas que son un
canto a la existencia . Es una poesía pensada donde se respira el aire de una
tierra hecha de intensidades que han poblando el espacio sin premuras y alimentando
de una realidad entre inusual y
cambiante.
En el libro es toda
una exaltación a las florescencias , a los frutos maduros, a los colores que se
desbordan y crecen en el plato de cualquier casa de este país repleto de frutas
apetitosas y para muchos exóticas, pero que para nosotros resultan comunes en todas las mesas: desde las
de los más pudientes hasta los más humildes nos hemos deleitado con:
tamarindos, corozos, cocos, pitahayas, ciruelas criollas, piñas, toda clase de
cítricos o los infaltables mamocillos ,que se agrupan para brindar todo su esplendor en mesas con
manteles de hule, llevar a los escuchas a través de las cocinas más amadas,
donde reposan amigablemente esos objetos elementales que forman parte de la
cotidianidad. Expresa: “Un decorado/Una imagen/Una armonía rotunda/muy
discreta” y finaliza:“El espacio/ el tiempo inexorable /Conjuntado.”
En cuanto a los temas amorosos en estos poemas es evidente
que trata de una bella sensualidad que se manifiesta a través de imágenes
sutiles provistas de una mirada casi de adolescente: “ Cuando beso tus
labios/No es Adán/ no es la serpiente /Es Eva quien manda”. Por eso, también el
poeta recurre a la evocación de las
flores viene con la presencia innegable de su simbología y con la visión de la
dulzura, la ternura femenina y los
enigmas conjugados en armonía. Son miles de colores y aromas que transitan por
sus versos dejando el sabor de una alegría tímida y serena que deja entrever un
nostalgia por unos días cercanos al recuerdo del amor primero: “Y uno a uno/lacerados
se entregan/ Los pétalos de las margaritas/para pedirle / a la niña de mis
ojos/ que vaya con Dios / que yo la adoro.” Suenan a plegaria y a bendición
estos versos.
Arrieta le abre al lector la posibilidad de acercarse a temas filosóficos y a una
cosmovisión única donde lo mítico, la religiosidad, lo profano y lo fantástico
se aúnan para conseguir llegar a la esencia misma de la vida: “El girasol/los
girasoles/ La devoción del astro/El concéntrico mandato/las leyes que lo rigen/
el amarillo/ el marrón/ el aceituna/la prístina cisterna/ el ondulante reflejo/
el sideral azogue/ el ascenso de la luz y sus colores” y concluye: “el ciclo/
la vuelta/ los relojes”. El tema de lo
cambiante, de lo temporal que se repite incesantemente y vuelve al mismo lugar de partida se hace
recurrente para indicarnos que todo se
une con el infinito en una conjunción precisa que se da día a día.
Las descripciones de sus paisajes marinos y tropicales se acercan a la atmósfera propia
de las acuarelas. Mixtura con sumo
cuidado lo cotidiano con la mágico de las luminosidad del sol de modo
que se produce la confrontación que surge en un mundo que se hace infinito y que refleja
la vida interior del poeta: se trata de un lenguaje que propicia el
acercamiento con su concepto de eternidad. Dice: “ Un vuelo/que se alza/ que se
aleja/los pregones/los vendedores/ La vista marina/sus arreboles.” El cielo, la
presencia amplísima del horizonte en el océano permite que se transcienda para
alcanzar la visión de un Ser Supremo.
En el mundo poético de René Arrieta hay un lugar destacado para
las evocaciones de la infancia y se da , simultáneamente con el regreso a la
edad del asombro una mirada paternal y
de guía espiritual que resulta especialmente atrayente . De otra parte, la tristeza por esos años idos y la fe en un
futuro más promisorio se reúnen en sus palabras para abrirle la ventana a la
esperanza. Su poema “Bodegón en el
Vergel” resume toda su añoranza y toda la fantasía que puede encontrarse en el
alma humana. Dice: “Tú/niño/Que estás muy cerca/escucha esta voz que aguarda/Camina/Ofrece
tu corazón en el ara/ Y despliégate en asunción/en silencio/ en nacimiento en
ardiente fuego/ en dolor y/en muerte/ y siente el cosmos latente/Entronízate en
vida y ama”. Un reflejo de una vida que construye
futuro a través de la ensoñación del pasado. Basta detenerse en estas palabras
para entender todo su universo poético: “Las no me olvides son un canto a un recuerdo/ Y una cita
inolvidable” y agrega: “Las siemprevivas saludan altivas/ Alegres/ danzando esa
canción/ que lleva el aire.” El amor de los ojos límpidos y transparentes
permanecen al lado del poeta para decir con certeza que la palabra poética es
perpetua.
Siempre he sentido fascinación por la poesía y eso hace que tenga muchos amigos poetas. Hoy quiero comenzar a escribir sobre ellos. Todos han contribuido a que mi propia voz se enriquezca y así que mis conversaciones con ellas han sido muy enriquecedoras. Espero que disfruten de estos breves acercamientos.
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