lunes, 26 de octubre de 2015

René Arrieta: Una poesía viva y perpetua


René Arrieta
 
 
René  Arrieta: Una  Poesía   Viva    Perpetua

 

Era casi imberbe cuando René Arrieta me propuso hacer una lectura de sus poemas en la Casa del Marqués de Valdehoyos en Cartagena.  Fue una tarde cálida con un público conformado por amantes de la poesía y muchos de sus amigos. Su voz ya resonaba con fuerza y con esa callada discreción de quienes han escogido el camino correcto, pero saben que el viaje es largo y requiere de mucho esfuerzo. Por eso, decidió partir para Europa a formarse en las mejores escuelas. Estudió en Salamanca y viajó por distintos rincones de Europa para nutrir sus versos con un paisaje y una forma de vida que eran muy distintos de su natal Carmen de Bolívar, esa “tierra de amores” que los colombianos recordamos y bailamos con deleite. Creció intelectualmente y se estructuró un estilo que es, sin duda alguna, original, reflexivo y auténtico, así como el manejo de un vocabulario que evidencia la cercanía con los palabras más puras y ancestrales de idioma.
 
René es un hombre discreto, seguro del rumbo que toman sus expresiones   poéticas, investigador infatigable de la lírica clásica que se hace presente con la fuerza característica de lo contemporáneo y una mesura expresiva que trasmite una serena observación de la vida y una comunión íntima y  armónica con el medio ambiente.

 
Tengo en mis manos su poemario “Bodegones” y verso a verso siento la presencia de una poesía vigorosa, capaz de romper esquemas y al mismo tiempo fiel a  la esencia del español hispanoamericano. Es casi paradójico que ese sea el titulo de este poemario, pues en realidad estamos ante una naturaleza que se impone con olores y sabores diversos, con formas lujuriosas, rebosantes de sensaciones nuevas, con variadas intensidades  que se unen a  unas transformaciones lumínicas que son un canto a la existencia . Es una poesía pensada donde se respira el aire de una tierra hecha de intensidades que han poblando el espacio sin premuras y alimentando de una realidad entre inusual  y cambiante.

 
En el  libro es toda una exaltación a las florescencias , a los frutos maduros, a los colores que se desbordan y crecen en el plato de cualquier casa de este país repleto de frutas apetitosas y para muchos exóticas,  pero  que para nosotros  resultan comunes en todas las mesas: desde las de los más pudientes hasta los más humildes nos hemos deleitado con: tamarindos, corozos, cocos, pitahayas, ciruelas criollas, piñas, toda clase de cítricos o  los infaltables  mamocillos ,que se agrupan  para brindar todo su esplendor en mesas con manteles de hule, llevar a los escuchas a través de las cocinas más amadas, donde reposan amigablemente esos objetos elementales que forman parte de la cotidianidad. Expresa: “Un decorado/Una imagen/Una armonía rotunda/muy discreta” y finaliza:“El espacio/ el tiempo inexorable /Conjuntado.”
 
En cuanto a los temas amorosos en estos poemas es evidente que trata de una bella sensualidad que se manifiesta a través de imágenes sutiles provistas de una mirada casi de adolescente: “ Cuando beso tus labios/No es Adán/ no es la serpiente /Es Eva quien manda”. Por eso, también el poeta recurre a  la evocación de las flores viene con la presencia innegable de su simbología y con la visión de la dulzura, la ternura femenina  y los enigmas conjugados en armonía. Son miles de colores y aromas que transitan por sus versos dejando el sabor de una alegría tímida y serena que deja entrever un nostalgia por unos días cercanos al recuerdo del amor primero: “Y uno a uno/lacerados se entregan/ Los pétalos de las margaritas/para pedirle / a la niña de mis ojos/ que vaya con Dios / que yo la adoro.” Suenan a plegaria y a bendición estos versos.

 
Arrieta le abre al lector la posibilidad de  acercarse a temas filosóficos y a una cosmovisión única donde lo mítico, la religiosidad, lo profano y lo fantástico se aúnan para conseguir llegar a la esencia misma de la vida: “El girasol/los girasoles/ La devoción del astro/El concéntrico mandato/las leyes que lo rigen/ el amarillo/ el marrón/ el aceituna/la prístina cisterna/ el ondulante reflejo/ el sideral azogue/ el ascenso de la luz y sus colores” y concluye: “el ciclo/ la vuelta/ los relojes”.  El tema de lo cambiante, de lo temporal que se repite incesantemente  y vuelve al mismo lugar de partida se hace recurrente  para indicarnos que todo se une con el infinito en una conjunción precisa que se da día a día.
 
Las descripciones de sus paisajes marinos  y tropicales se acercan a la atmósfera propia de las acuarelas. Mixtura con sumo  cuidado lo cotidiano con la mágico de las luminosidad del sol de modo que se produce la  confrontación  que surge  en un mundo que se hace infinito y que refleja la vida interior del poeta: se trata de un lenguaje que propicia el acercamiento con su concepto de eternidad. Dice: “ Un vuelo/que se alza/ que se aleja/los pregones/los vendedores/ La vista marina/sus arreboles.” El cielo, la presencia amplísima del horizonte en el océano permite que se transcienda para alcanzar la visión de un Ser Supremo.
 
En el mundo poético de René Arrieta hay un lugar destacado para las evocaciones de la infancia y se da , simultáneamente con el regreso a la edad del asombro  una mirada paternal y de guía espiritual que resulta especialmente atrayente  . De otra parte,  la tristeza por esos años idos y la fe en un futuro más promisorio se reúnen en sus palabras para abrirle la ventana a la esperanza. Su poema  “Bodegón en el Vergel” resume toda su añoranza y toda la fantasía que puede encontrarse en el alma humana. Dice: “Tú/niño/Que estás muy cerca/escucha esta voz que aguarda/Camina/Ofrece tu corazón en el ara/ Y despliégate en asunción/en silencio/ en nacimiento en ardiente fuego/ en dolor y/en muerte/ y siente el cosmos latente/Entronízate en vida y ama”.  Un reflejo de una vida que construye futuro a través de la ensoñación del pasado. Basta detenerse en estas palabras para entender todo su universo poético: “Las no me olvides son un canto a un recuerdo/ Y una cita inolvidable” y agrega: “Las siemprevivas saludan altivas/ Alegres/ danzando esa canción/ que lleva el aire.” El amor de los ojos límpidos y transparentes permanecen al lado del poeta para decir con certeza que la palabra poética es perpetua.

 

1 comentario:

  1. Siempre he sentido fascinación por la poesía y eso hace que tenga muchos amigos poetas. Hoy quiero comenzar a escribir sobre ellos. Todos han contribuido a que mi propia voz se enriquezca y así que mis conversaciones con ellas han sido muy enriquecedoras. Espero que disfruten de estos breves acercamientos.

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