domingo, 4 de octubre de 2015

Vida de Gatos- Parte 1


 
 
 
 
Tan pronto Mateo llegó a mi casa decidió acomodarse
 
Vida   de   Gatos

I
Creo que tenía 14 años cuando tuve mi primer gato. Era gris y blanco y muy gracioso con sus grandes ojos verdes y deseos inmensos de hacer cosas nuevas cada día. Era inquieto, muy inteligente, capaz de superar obstáculos y con un deseo increíble de no dejarse vencer por nada. Tenía un poco más de dos meses y sólo había conocido la casa donde él y sus hermanos habían nacido. Era una casa de una sola planta así que él jamás había visto las escaleras. Sin embargo, tan pronto la vio quiso con esa curiosidad propia de los gatos de todas las edades, averiguar qué había arriba y en menos de lo que imaginábamos estaba arriba explorando la casa. Fue su primera lección de vencer un desafío y eso también sirvió para darnos fuerza a nosotros.
Se llamaba Mateo, Mateo García, dijo mi padre, y nunca nadie preguntó el por qué de ese apellido. Creo que era algún conocido suyo de su juventud en Cartagena. Mi padre siempre ha adorado a los gatos tuvo uno que se llamó Lenin y otro llamado Fouché. Eso debido a que se le parecían a esos dos personajes de la historia. Hablaba de ellos con entusiasmo y contaba sus anécdotas, por eso a mi comenzaron a intrigarme los gatos.
Cuando me dijeron que la gatita de una amiga mía tenía una camada y que los estaban regalando no dude en pedirle que me guardara uno. Así fue y a escondidas de mi madre, segura de que mi padre sería mi cómplice, llevé a Mateo a casa.
Es mucho lo que hay que contar de él, pero creo que es mejor que poco a poco lo vaya contando.
 

Como ya dije, el primer día en mi casa subió al segundo piso y cuando fuimos a buscarlo lo encontramos acomodado durmiendo en mi cama. Así comenzaron las aventuras de Mateo que no fueron pocas a pesar de que no nos acompañó sino por cerca de un año…Mañana les cuento el resto de la historia.
 
 
 



 

 

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