viernes, 23 de octubre de 2015

Fría la tarde

 
 
 
Fría la tarde
 
Fría la tarde,
fría la mañana,
fría la vida olvidada
frías las horas distantes,
los días del absurdo,
las noches sin luna,
los años lejanos,
carentes de esperanzas.
Frío el silencio,
frío el cantar
del pájaro hibernando,
frío el árbol caduco
con las ramas crujientes
cayéndose a pedazos…
 
El otoño
revive  el amargo sabor
de olvidadas tristezas
cuando las hojas verdes
apenas despertaban en los árboles.
 
Palabras de horrores
retumban en las nubes,
violentos huracanes
recorren las conciencias,
el frío del  dolor
se cuela en la ventana,
desolado crepúsculo
se agota entre humedales
de impávidos tiranos.
Por el bosque, sin rumbo,
deambulan los sonámbulos,
cansadas van las manos,
cansadas las miradas,
cansada la agonía,
cansados los jilgueros
que anuncian la mañana.
cansados de cansarse
están los ríos
confundiendo los cauces.
 
Viejas cadenas de hambre
arrastran los mendigos:
recorren los  poblados,
senderos bifurcados,
de parques con  bancas oxidadas
y un algún titiritero
les comparte migajas de alegría
diluida entre lágrimas.
Frío en la calle,
frío en el alma.
 
Frío voraz,
frío de furia
frío desmayado,
frío de catedral abandonada.
 
El camino
se hace un hilo pálido,
la luna se contrae,
las voces interiores,
como raposas,
abren sus fauces,
y famélicas rasgan
todas las ilusiones
de la infancia.
 
Fría cae la tarde…

2 comentarios:

  1. Un poema certeramente bello, un texto certeramente poético.

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    1. Me agrada tu concepto. Mil gracias por tus amables palabras.

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