jueves, 19 de noviembre de 2015

El Tigre de Tasmania- Yezid Paez Vargas.

Tigre   de   Tasmania           

 
 
Comparto este cuento " El tigre de Tasmania, del hombre de teatro Yezid Páez.  Espero que lo disfruten.
 
 
EL TIGRE DE TASMANIA.
 
 
Por    YEZID PAEZ VARGAS
 
 
 
Obligado por la lluvia entré al Museo de Berlín, sólo para evitar que ésta me mojase, e ignoro cuánto llovió y cuánto permanecí dentro del espacio referido; tampoco recuerdo el porqué permití, que  placenteramente, se deslizase Nerfititi en mí memoria.
 
Al regresar a mi ciudad, Cartagena de Indias, sentí la necesidad de visitar, inicialmente las bibliotecas locales, después las nacionales y posteriormente viaje al Egipto que premonitoriamente había conocido a través de la belleza de esta mujer.
 
Rashid,  (Rosetta.) pequeña ciudad  ubicada en un brazo del delta del Nilo, fue el primer lugar visitado. Allí conocí el  Cyperus papyrus  y las ruinas del Fuerte de Rosetta, construido por el ejército napoleónico. Allí los aldeanos me mostraron el lugar donde, según ellos, fue encontrada la famosa piedra trilingüe; y cerca allí, de ése mismo lugar, fue donde accidentalmente hallé un  rollo de papiro que Nerfetiti quería que le tradujese para el mundo. Eso creí y violando sus leyes lo traje conmigo.

¡Ah, aquellos tiempos, cuando Tutmosis, el grande, junto con nuestros dioses gobernaban nuestras tierras! Ahora todo ha cambiado. Es la venganza de Amón y el dios tiene razón; todos fuimos cegados por Akhenatón. Ahora sólo nos queda pedirles a los dioses piedad. Mirad al otro lado del Nilo y verás nubes negras que vendrán a regar nuestras tierras, sin embargo ¿Dónde están las  manos que siembren la semilla?  Hoy lloro, hoy me lamento. Yo que aprendí de mi padre a pintar sobre la piedra, a tallar la roca, a tallar el mármol, a tallar el jade. Hoy me lamento y lloro ante el busto de Nerfetiti, que acabo de pintar  traicionando los cánones del arte respetado por mi padre escultor, respetados por el padre de Akhenatón. Esta primera parte que traduje siguiendo la exégesis de Champollion, levantaban más hesitaciones que clarificar aquella pasión nacida en el museo de Berlín; no obstante continúe en mi búsqueda.

“El sol es un disco y lanza llamas como manos que quieren asir el vacío, decía nuestro Faraón porque afirmaba haber visto de cerca al sol  y a él le cantaba:
Atón salva a tu hijo
El mundo existe por tus manos
Tú eres la vida para ti mismo
Todos vivimos a través de ti
Derrama tus rayos en esta tierra
Para que tus hijos crezcan y te adoren
todo aquello que vemos es por ti
Es tu creación. Tú eres el único dios.
en la tierra hay vida por ti.
Atón, eres el único dios…

Un día, aún sin terminar la traducción del papiro,  llevé mi auto a un taller pues me preocupaba un ruido extraño en el motor. Mientras el mecánico revisaba mi auto entré a un pequeño orinal;  allí, entre los acostumbrados letreros estaba una lámina que reproducía la imagen de la mujer que me había conducido a aprender su idioma jeroglífico, el demótico y el griego. Despegué cuidadosamente el papel que contenía su imagen y salí del orinal para que la luz solar me permitiese apoderarme más de su imagen.
- ¡Doctor, esta brisa es de agua, va a llover! –Me gritó el mecánico, más  no le presté atención; pues sabía, que no estábamos en época de lluvias. Mi interés en la reproducción, que había retirado del orinal, me impidió percatarme  de cuanto había caminado y de cuanto me había alejado del taller.

La lluvia, al principio fue leve, acariciante, posiblemente tímida; más tarde, el torrente me bañaba y lamenté no escuchar las palabras del mecánico. Y cuando el pequeño diluvio desapareció, también había desaparecido de mis manos el papel con la imagen de Nerfetiti e inmediatamente regresé al auto a releer el canto de Akhenatón. 

El mecánico, al verme llegar, sonrío y me dijo:
- ¡Doctor, viene bien mojado! Se lo advertí
- No es la temporada de lluvias. – Le  repetí, ignorando el porqué e ingresé a mi auto.
- Más sabe el diablo por viejo que por diablo. – Agregó mientras intentaba limpiar su cara.
 
- Tu también estás bien mojado de aceite. - le escupió su ayudante. Yo, no presté mucha atención a su conversación pero al escuchar como el mecánico explicaba a su ayudante sobre la relación entre el agua y el aceite comprendí  lo que Nerfetiti deseaba de mí. Ella, no quería que yo escribiese sobre ella; sino sobre Akhenatón, su esposo amado, el hombre que hace 35 siglos, había concluido que la tierra giraba alrededor del sol;  el hombre, quien según la historia había inventado antes que Moisés  al dios único.  Antes que Erastóstenes muchos años antes de cristo  midiese con base en su sombra la redondez de la tierra.
 
Ayer terminé de traducir los papiros que hallé en Rashid, sin comprender lo que Nerfetiti quería de mí.. Hoy los he regresado al Museo del Cairo, donde deben estar. Ahora solicito: ¡Qué alguien me traduzca la piedra de Rosetta que Nerfetiti instauró en mi corazón mientras que en Berlín llovía!

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