jueves, 5 de noviembre de 2015

Vida de Gatos- Palabras para Dilma que perdió a su abuelo


 
 
 
 
Dilma con su abuelo
 
Palabras   para   Dilma

 

Cuando llegaste Dilma, no a la presidencia del Brasil, sino a la casa de mi padre, eras pequeñita. Tenías algo más de 7 semanas y  eras  tan llorona, como te mantienes hasta ahora. Tienes unos ojos llenos de amor que además mezclan diversos colores en uno solo: oro, trigo, verde encendido, miel  y cobrizo  describen una inocencia inigualable y además reflejan toda la curiosidad que es posible encontrar en un gato. Mirabas, mirabas y mirabas, escudriñando, midiendo cada centímetro para saber qué terreno estabas pisando.
 
Yo le decía a tu abuelito que tú no habías aprendido a caminar, sólo sabías correr y jamás, jamás, jamás, te quedabas quieta. Él se reía y me decía que no olvidara que tú, Dilmita, eras nieta de una guerrillera. Reíamos los dos y al ver tu carita tímida y asustadiza sabíamos que no habías nacido para la clandestinidad política sino para la certeza de unas cobijas bien calientitas y una cama mullida donde todo sea comodidad y afecto.
 
No te acercabas, no sabía por qué tu desconfianza, pero creía que eras tímida y seguramente, como eres muy inteligente, primero observas, analizas y luego procedes. Por eso te mantienes a la sombra y además, como gata cuidadora debes estar siempre al lado de tu abuelo. Eres su hadita madrina, siempre a su lado, siempre alerta, siempre protegiéndolo, dispuesta a defenderlo contra cualquier enemigo fuera un humano, un ratón o cualquier otro ser vivo al que se le antojara atacarlo. Observabas con esa misma  brillante mirada y esos ojos limpios e inocentes, buscando afanosamente desentrañar los misterios de aquellos que se le acercaban. Celosa y posesiva; todos los que te veíamos quedábamos sorprendidos  de tu insistencia.  Incluso tenías muy bien controladas las vistas de tus hermanas Sofía y Jolie  a su lecho de enfermo. Una vez considerabas que el tiempo era más que suficiente les dabas un cocotazo y las correteabas fuera del cuarto. Entonces nos reímos con alegría de ver tus ocurrencias.
 
Ahora, Dilma me preguntas qué le pasó a tu abuelo. Sabes que lo han invitado a hacer parte del cielo de los gatos, por aquello de que él usaba bigotes y seguramente estará conversando largamente con Fouché, Lenin, Mateo, Tobita y Pachita  quienes llegaron antes para recibirlo en este espacio reservado a los gatos más dilectos. Pero aún así tus grandes ojos me interrogan sobre su regreso y también me dices entre maullidos que no sabes qué pasará contigo, mi linda monita brasilera. Sabemos bien que eres una niña hecha para el amor y que sabes bien quién cuida de ti para que seas la minina más feliz del universo. Yo te prometo , mi niña querida que mis brazos siempre estarán a tu lado para tomarte cuando así lo desees. Prometo también cubrirte en mi regazo y  por supuesto, jugar contigo hasta que las dos nos cansemos. Dilma, Dilmita, Dilmiña, estamos unidas en el dolor y también estamos juntas para cuidarnos y protegernos mutuamente. Mi dulce gatita, tus maullidos  me harán sentir que tu abuelo y mi padre está mirándonos para darnos afecto imperecedero desde el cielo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario