El Tren Pasa
Cuando la tarde
llega a su agonía,
el silbido del tren
se oye a lo lejos:
los niños de la escuela
pegan sus caras
al ventanal de luces
y saludan sonrientes
la memoria
de los cantos del agua
en los espejos.
Pasan calles y plazas
presurosas.
Pasan gitanos
y verbenas.
Pasan los nidos
de las aves,
las flores de la vida,
hechas estrellas,
pasa el dolor
de lágrimas calladas
por un adiós reciente,
inacabado.
inacabado.
Pasan cantos de cuna
amantados
por la cálida brisa
de palmeras ondulantes.
Pasan los frutos
hechos almíbar,
soñados en el hogar
de las abuelas.
Pasan los caprichos
danzarines
y los lazos coloridos
de las adolescentes.
Pasan susurros matinales
ocultando pasiones
en la arena.
Pasan los pasos presurosos
de audaces cenicientas.
Pasan los horas
hechas días
y las primaveras
tornándose en inviernos.
Pasan los gendarmes
y los criminales
luchando cuerpo a cuerpo.
Pasa la vida
hecha poema
y nuestro amor,
en la estación,
se hace viajero.
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